Agua y lodo para los más pobres

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El agua bajó con fuerza por lo menos 10 calles. Desde arriba, desde la punta, un torrente de poco más de un metro de alto barrió con lo que encontraba al paso. Cobijas, ropa, tazas sanitarias, tapetes, llantas y enormes piedras. Animales muertos reposaban revolcados unos días después en las calles más bajas de la colonia Francisco I. Madero, en las faldas del Cerro del Cuatro.
La lluvia y la granizada que cayó a mediados de junio, y afectó también a buena parte del sur del municipio de Tlaquepaque, fueron superiores a cualquiera que los vecinos hayan vivido. Dos semanas después, los escombros y la zanja de casi medio metro que el agua deslavó a lo largo de seis cuadras, siguen casi intactos. Los costales de arena colocados afuera de las casas, esta vez no sirvieron de nada: los arrastró el agua.
“El agua se nos metió a las casas y tiró muchas bardas. Esto no es nuevo. Siempre en tiempo de lluvias el agua baja desde la punta del cerro y tenemos que pagar para que nos quiten las piedras y el lodo que nos deja. Pero ahora sí estuvo más fuerte”, dice Elodia Martínez en el filo de la banqueta cubierta de lodo seco, junto a su nieto de apenas un año.
Como muchos vecinos de esa colonia, asentada en una zona de riesgo de deslaves, Elodia renta su pequeña casa en la calle Adolfo Ruiz Cortines desde hace por lo menos 20 años. “Nos da miedo estar aquí, pero ¿a dónde nos vamos si apenas tenemos pa’ pagar los mil 100 pesos de renta? No tenemos más, por eso aquí nos quedamos”.
Como cada fin de semana, Elodia salió a vender tortas ahogadas y tacos para ayudarle a su esposo, de oficio taxista, con los gastos. Esta vez tuvo que lidiar con el lodo, el mal olor y las moscas que el río de agua dejó afuera de su casa.
Unas cinco cuadras más arriba, Blanca vive en una de las calles sin empedrado de la colonia. “A nosotros nos va bien, los que sufren más la lluvia son los de las calles que bajan. A mi suegra a cada rato le caen en su casa piedrotas que bajan del cerro junto con el agua”.
Esa casa hecha de adobe en la cerrada de la calle Santa Lucía, está junto a un tiradero de basura, sólo en este lugar pudieron empezar a construir hace 11 años. “Ellos vivían en otro lado, pero les vendieron aquí y se vinieron”.
Cada año, la señora Evelia gasta alrededor de mil pesos en “echar cemento” a la calle donde vive, de lo contrario, dice, “el agua se lleva la calle y nos enloda todo”. A veces los vecinos le cooperan para el gasto, las más, ella lo hace sola. Las autoridades municipales, afirma desconsolada, “no hacen nada. Dicen que en noviembre ya van a pavimentar, pero yo ni les creo”. Veinticuatro años atrás, ella y su esposo adquirieron un terreno en 40 mil pesos para construir su casa. “No sabíamos que íbamos a tener tantos problemas con el agua, si no, nos íbamos [a las colonias de] más abajo”.

La ciencia
La tormenta ocurrida la noche del pasado 16 de junio dejó un saldo de 45 casas afectadas en colonias marginadas y un menor fallecido.
Estas realidades encajan en los planteamientos realizados por el investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, Adrián Guillermo Aguilar, quien en un estudio sobre asentamientos urbanos y cambio climático que forma parte del libro Cambio climático. Una visión desde México, editado por el Instituto Nacional de Ecología, subraya que las condiciones más críticas “estarán donde encontremos a la población más empobrecida que vive en ambientes ecológicamente más frágiles”.
Afirma que los espacios urbanizados sin planeación pueden ser “particularmente vulnerables si no cuentan con un diseño arquitectónico adecuado […] o presentan carencias de infraestructura o una distribución desigual de servicios básicos como drenaje y abasto de agua, lo cual en precipitaciones extremas puede incrementar el riesgo de inundaciones o deslizamientos de tierra”.
En su análisis, Aguilar coincide con diversos organismos internacionales, entre ellos el Programa Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; concuerdan en que los más pobres son el sector con mayor exposición a los riesgos que encarna el calentamiento global.
El reporte del grupo de trabajo II del IPCC cuestiona la efectividad de las acciones realizadas por diversos países para adaptarse a dichos efectos, pues han sido sobrepasadas, entre otras cosas, “por las condiciones de pobreza y por los asentamientos humanos en zonas muy vulnerables, así como la falta de estrategias políticas, institucionales y tecnológicas apropiadas”.
Carlos Gay, investigador mexicano miembro del IPCC, señaló que a medida que los países aplacen más la toma de decisiones en relación al cambio climático más gente será afectada. Y los primeros van a ser los países que pertenecen al mundo en desarrollo”. (La gaceta, 515).
Junto con China, India, América Central y el Caribe, México se encuentra entre los países que sufrirían mayores consecuencias económicas, humanitarias y políticas derivadas del cambio climático, según un reporte dado a conocer a finales de junio en Tokio, Japón.

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