Adolfo Castañón

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Octavio Paz no sólo fue uno de los poetas más reconocidos en la literatura latinoamericana, sino también fue un editor durante toda su vida. Su obra no podría ser entendida sin su trabajo al frente de revistas y publicaciones como Letras de México, El hijo pródigo, Revista Mexicana de Literatura y, especialmente, Plural y Vuelta.

El poeta, ensayista y editor Adolfo Castañón, lo acompañó como colaborador en Plural. Frente a alumnos del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades contó algunas de las anécdotas que vivió con el autor de El laberinto de la soledad  y Águila o sol y su terquedad para que cada texto y cada página quedaran perfectos.

¿Cómo era Octavio Paz como editor?
Como autor era muy celoso de sus propios textos y como director de la revista Plural, que es donde me tocó conocerlo en el 74 que entré como corrector, podría definirlo como riguroso, celoso, exigente, intransigente, cuidadoso, escrupuloso, bien hecho, obsesivo no sólo con sus textos sino con todo aquello que entraba o no entraba a la revista. Para esa tarea tuvo que rodearse de una constelación, una familia, de un grupo de amigos como Gabriel Said, Tomás Segovia, Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Alejandro Rossi, Enrique Krauze, que llegó al final, entre otros. Esa familia era connotativa a un espacio, un lugar mental en el que Paz instaló el proyecto de la revista y que tenía que hablar su mismo lenguaje, tener un mismo ritmo y estar atento a ciertas cosas. Él era un director de orquesta, era respetuoso de la entrada y salida de las otras personas en la orquesta y los dejaba articular un conjunto para que el concierto, que iba a ser cada número de esa revista, pudiera ser memorable.

¿Cómo fue el diálogo de su trabajo como editor con su obra?
Plural y después Vuelta fueron importantes para México, para Hispanoamérica, pero también fueron importantes para la propia obra de Paz y cada uno de los que estaban ahí a distinta escala. Lo que estaba en juego era una atención al mundo, en un sentido amplio, una atención a la historia no sólo universal sino también la inmediata y local, actual y contemporánea, un sentido abierto a la literatura y a la poesía y a las artes, a la filosofía y a la ciencia y la conjunción de eso hilvanado con un temple cívico, de militar la ciudadanía. Paz estaba muy atento a que la escritura literaria o poética no estuviera divorciada de la escritura de la historia o de la escritura de la ciudad y, en ese sentido, él predicaba con el ejemplo, tenía sus posiciones racionales, transparentes, y que México fue muy afortunado en tener esta especie de partero de la democracia y los nuevos tiempos en una figura como Octavio Paz, que vio hacia el futuro en varios sentidos con la crítica a la izquierda y también al neoliberalismo, además de la afirmación de la presencia de la poesía y las artes en el discurso del mundo contemporáneo. Esas tres cosas no las perdió nunca de vista Paz.

¿La exigencia como editor era más palpable en sus propios textos que en los de los otros?
No, en los textos era parejo. Cuando Paz mandaba un texto a la revista había que temblar, porque estaba pendiente uno de que pudiera corregirlo mientras estaba la revista en prensa o si se había salido una errata porque él estaba siempre atento a corregir sus textos incluso después. Un ejemplo de eso es que en la revista Plural y todavía en Vuelta después vienen con alguna frecuencia fes de erratas que él, con mucha gracia, con prosa y buena pluma, siempre lograba hacer de la enmienda una pequeña fábula o ficción para no corregirla a secas. Corregía sus textos tanto como los demás, y no sólo los textos sino también el formato y la diagramación. Era muy atento a la dimensión económica, sabía que a los autores había que pagarles, a los correctores retribuirlos y a los diseñadores igual.

¿Cuál de las revistas refleja más su papel como editor?
La más brillante y aparatosa fue Plural, pero a Vuelta le dedicó mucho tiempo y cuando estuvo en su segunda etapa, que era cuando entraron Enrique Krauze y Gabriel Said, fue la revista que acompañó hasta su muerte. Podríamos decir que en el proyecto editorial de Octavio Paz, el otoño es Plural y el invierno era Vuelta, pero el invierno era muy hermoso e intenso, y que en ambas revistas hay una conceptualización, una guía que tiene que ver con una conversación, con un diálogo con el mundo y la historia desde la poesía y desde las artes. Las circunstancias políticas variaron y entonces el contraluz que refleja la historia sobre cada una de esas revistas nos da una perspectiva distinta, pero habría que verlas como un proyecto continuo.

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