Vidas transportadas

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    Uno de los más graves problemas que enfrenta actualmente Tonalá es su movilidad. Enclavada en una orografía accidentada, y con un acelerado crecimiento poblacional y del parque vehicular, han colapsado sus arterias, sobre todo en la cabecera municipal.

    Fernando Calonge Reillo (coordinador de la maestría y el doctorado en Movilidad Urbana, Transporte y Territorio en CUTonalá) aduce que todo se debe a que las rutinas diarias de la metrópoli “han logrado que las actividades antes realizadas en el ámbito local se extremaron a otros municipios del área conurbada”. Lo anterior, de acuerdo a Calonge Reillo, tiene que ver con la educación, el trabajo y el ocio, pues las modificaciones en las costumbres ciudadanas “demandan desplazamientos a lo largo y ancho de la urbe”.

    Advierte: “Normalmente el hecho ocurre en municipios donde sus centros son históricos y donde no se han hecho obras de infraestructura”. Ante esas circunstancias, cuando llegan una multitud de automóviles “lo adecuado es racionalizar y fomentar en la gente el uso de trasporte público e incentivar el uso de transporte privado, aunque lo último suele tener consecuencias impopulares entre la sociedad”.

    “No se puede permitir en estos lugares históricos —dice— dejar a la gente llegar en su auto particular, ya que hay una imposibilidad de espacio”.

    Movilidad: economía y estrés
    El impacto emocional y el estrés —dice Calonge Reillo—, dependen mucho del contexto diario de los habitantes, y recuerda que Tonalá, desde hace algunos años “perdió mucha fuerza y músculo productivo con la crisis que enfrenta su labor artesanal, y eso reporta que los antiguos trabajadores que antes laboraban en las inmediaciones de sus domicilios —a donde podían llegar de manera sencilla y caminando—, ahora deban trasladarse a sus fuentes de trabajo, por ubicarse en otras partes”.

    Calonge Reillo manifiesta: “Entre los varios municipios de la ZMG, Tonalá mantiene un índice de un cincuenta por ciento de sus pobladores con necesidad de salir a laborar a otros espacios del área conurbada. Y si a eso le sumamos una escasa planificación del transporte, se provocan bastantes consecuencias negativas en el día a día, que muchos de ellos viven”.

    No hay contabilidad de las afectaciones económicas causadas por la alta movilidad vehicular en Tonalá: “No se suele contabilizar el efecto en términos económicos, aunque sí se debería de hacer. Sin embargo, cuando uno acude a su centro de trabajo y se monetariza su esfuerzo, representado en el salario, no se hace esa contabilidad de las horas extras que progresivamente tiene que ir acumulando el trabajador dedicadas a transportarse”.

    En ese sentido —explica Calonge Reillo—, el habitante de Tonalá dedica más horas que cualquier otro de la zona conurbada en transporte: a la semana el trabajador tonalteca dedica, en promedio, siete horas en transportarse o trasladarse a su trabajo, cuando la media del área metropolitana son cinco horas y media. Es decir, una hora y media semanal más que la invertida por uno de Zapopan, por ejemplo. Ese tiempo no se contabiliza y los trabajadores tonaltecas son quienes absorben esas horas hombre, y las pérdidas son que le dedican menos atención a su familia y a sus actividades de recreación…”.

    Infraestructura: ciudad y vida
    El problema del transporte público y la carga vehicular han afectado la infraestructura del Centro Histórico de Tonalá, “donde hay una conflictividad que no debemos olvidar —dice Calonge Reillo—, ya que hablamos de vecinos instalados con sus negocios durante largas horas del día; hablamos de inmuebles y de un diseño poco eficaz, desde el punto de vista de la movilidad. Para visualizar la movilidad podemos ver, en Tonalá, el estado que guardan las banquetas, las calles empinadas, los baches y hasta socavones. Es, la suya, la más básica de las movilidades: el caminar, para no hablar del transporte público y el privado…”.

    ¿Las condiciones de un mal diseño en la movilidad transforman al ser humano, en este caso, específicamente al tonalteca? —le preguntamos. Responde: “Sí. Son condiciones de una mayor afluencia de vehículos, conflictividad y estrés. Esas vidas más antiguas de las viejas villas y centros, sí se ven tensionadas por otras dinámicas. Ocurre eso en Tonalá y sus habitantes, claro. En este municipio está, por ejemplo, la contradicción que provoca el tianguis, que al mismo tiempo que abre una buena fuente de ingresos también agrega algunas molestias e inconveniencias para los habitantes, los nativos y residentes…”.

    Quienes vivimos aquí tememos despertar y ver el colapso del resto de la ZMG, ¿eso puede ocurrir en Tonalá? —le preguntamos para finalizar. “Es un futuro posible, si no se toman las medidas adecuadas ahora. Pero deben ser medidas decididas, porque los costes ambientales de una enorme cantidad de desplazamientos de automóviles son gravosas y acentuadas…”.

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