Victimización

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Particularmente el último lustro se ha destacado en la historia de la humanidad por ser el más incluyente y tolerante con las minorías, en gran medida porque éstas se han refugiado exitosamente bajo lo “políticamente correcto” y el amparo y la empatía que suscita la figura de la víctima.

Posterior al absoluto desastre ocurrido en Cataluña hace escasos días, los medios e incluso las redes sociales se han solidarizado con el movimiento, invitando a la audiencia a despreciar al gobierno español y a empatizar con los catalanes.

Como es característico por parte de las notas de divulgación, carecemos del criterio y del contexto para juzgar tanto a catalanes como a las autoridades. No se habla del carácter ilegal del referéndum, no se menciona la desviación de recursos gubernamentales ni se hace alusión a lo desmesurado que eran las descripciones de los perjudicados.

Lo que no falta es una imagen de violencia, el mayor fracaso humano y el opio del periodismo, y una inconformidad hacia la autoridad; los ingredientes predilectos de la prensa amarilla.

Guárdese precaución. No hay error más grande que ceñirse una bandera sin contexto, así como no hay víctima más auténtica que el lector dócil y desinformado.

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