Vibraciones elevadas

812

Beautiful Noise, un documental del director Eric Green sobre The Jesus and Mary Chain, Cocteau Twins y My Bloody Valentine, es un trabajo minucioso que explica el legado y la trascendencia que consiguieron estos grupos a través de canciones que privilegiaron la experimentación con los sonidos menos obligados.

La investigación de Green, y la consecuencia de aquel trabajo musical, específicamente  la obra de My Bloody Valentine, ahora se unen con la edición de MBV, el álbum que trae nuevamente —después de más de 20 años— a esta agrupación precursora del shoegaze, del estilo que conjuga el estremecimiento y la calma sonora.  

El cuarteto encabezado por Kevin Shields —como muchos de los grupos importantes que se alejan de la música— tenía el riesgo de producir un disco que no alcanzara la magnitud de Isn’t anything y Loveless, las dos grabaciones esenciales de My Bloody Valentine.

Pasado ese trance, MBV se aleja de la mediocridad para situarse en la condición que le ofrece un disco defensor de los principios de la agrupación y que, sin arriesgar demasiado, también logra posicionarse como una producción con suficientes méritos dentro de la discografía de My Bloody Valentine.

Paredes sonoras explosivas y guitarras envolventes en segundo plano, abren esta grabación en la que es reconocible la inquietud de Kevin Shields por ambicionar la perfección.

Entre pocos imitadores buenos, y demasiados copistas malos, My Bloody Valentine saca la casta y establece las reglas del juego dentro del shoegaze, un género que no sólo depende de las herramientas musicales utilizadas, sino de la visión para dar un pequeño toque que alcance un sello distintivo.

“She found now”, “Only tomorrow”, In another way” y “Wonder 2”, constituyen un homenaje a grupos como Slowdive, Lush, Medicine y Pale Saints, pero, principalmente, son temas que exponen la influencia de My Bloody Valentine en una camada de grupos jóvenes.

Artículo anteriorRosa Montero
Artículo siguienteEl héroe que México necesita