Viajero en tránsito

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El desarrollo cultural del siglo XX demuestra que la pureza ha sido uno de los conceptos más conflictivos, cuya semántica ha generado, incluso, confrontaciones bélicas. Por otro lado, la prosperidad de los pueblos siempre ha estado relacionada con su capacidad de intercambio con los otros, con la posibilidad de ser permeable para lo que llega, para entender que lo distinto lejos de contaminar, enriquece.

Nuestra naturaleza mamífera encuentra en la migración y el movimiento la posibilidad no sólo de sobrevivencia del grupo, sino también de progreso. Sin embargo y a pesar de las evidencias históricas, la idea que domina la vida contemporánea es la opuesta. Vivimos en espacios que de muchas maneras se cierran a los demás. Los discursos políticos y las ciudades se llenan de fronteras y altas bardas que venden, bajo la idea de exclusividad, la anhelada protección y seguridad ante un otro que no pertenece.

Sobre todos estos asuntos y ante la emergencia migratoria global, se realizó en la Ciudad de México el Foro Arte en Tránsito. Convocado por la UNESCO, el Foro dio cita a escritores, académicos, curadores y más de treinta artistas con la intención de reflexionar sobre diversos procesos de migración geográfica y generacional. 

En este sentido, el año pasado el colectivo escénico Transeúnte, junto a Cultura UDG, produjeron el montaje Niñas de la guerra, de Berta Hiriart,  que cuenta la historia de una pequeña que huyendo de la guerra llega a un pueblo distinto que la rechaza con recelo, prejuicio y temor, pero cuya amistad con otra niña le permite el acercamiento. Al final de esta historia vemos cómo la pequeña extranjera llevó a la nueva comunidad, luego del temor, la música. Así como este montaje, son muchas las creaciones artísticas que se han interesado en visibilizar un asunto que trasciende la polémica de la construcción del muro en nuestra frontera Norte, el viaje en la Bestia, las deportaciones masivas a Marruecos o la crisis en Siria que sigue expulsando miles de civiles. A pesar de que la movilidad es consustancial a la naturaleza humana, seguimos temiendo al que viaja, al que pasa por aquí, más aún al que llega para quedarse.

Del 9 al 11 de mayo el Centro Nacional de las Artes y el Centro de Cultura Digital, entre otras sedes, recibieron a especialistas y artistas que discutieron sobre la importancia de la diversidad y la responsabilidad compartida de proteger los derechos culturales de quienes migran. Nuria Sanz, directora y representante de la Unesco en México, abogó por la búsqueda de un lenguaje polifónico que ayude a explicar la cultura y el papel de la migración en la conformación de las identidades culturales. Además de las mesas de discusión, el Foro se convirtió en una plataforma de presentación de diversos espectáculos e intervenciones que convirtieron a la migración en el tema central. Al aceptar que la migración ha sido un factor clave para el desarrollo cultural, académicos y artistas insistieron en la necesidad de crear políticas que reconozcan su contribución positiva.  Se trata no sólo de reivindicar a los migrantes, sino de crear un sistema social y legal que proteja los derechos de todos aquellos que se encuentran en tránsito.

Entre las presentaciones artísticas destacó El Ensamble Big Band Juvenil de Fundación Tónica, única agrupación de Jalisco que tuvo presencia. 

El comportamiento político actual nos confirma que, lejos de disminuir, el número de migrantes seguirá creciendo en toda la geografía mundial. La realización del Foro revela que las artes han sido un efectivo mediador entre las distintas culturas que se encuentran. A través de ellas se ha posibilitado el mestizaje y el enriquecimiento mutuo.

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