Verano tiempo para leer

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La velocidad de las redes es enemiga de la razón. Pero sin razón es imposible la alegría.

Anónimo

La literatura, como la obra educativa, es un texto abierto, inacabado, incompleto, que se lanza como proyecto en la búsqueda de la realización de los otros. La lectura es una vía excepcional para la comunicación sin fronteras. Tal vez por eso en estas vacaciones de verano lo más recomendable es leer por placer, sin las exigencias institucionales que abruman y en ocasiones intoxican el cerebro; de ahí que vale la pena apropiarse de unos buenos libros de poesía, ensayo, novela negra o no tan negra, para airear la realidad apesadumbrada.

A quienes entienden el verano como el tiempo de las relecturas, a quienes prefieren los descubrimientos, las novedades editoriales, les sorprenderán posiblemente libros de búsqueda de la identidad propia, y quienes disfrutan con los libros de largo aliento encontrarán una historia inagotable, con personajes llenos de claroscuros y que retratan con energía otros tiempos, de otras culturas o la cultura de nuestro país.

Para este verano, como para primavera o invierno, el tiempo que dediquemos a la buena literatura será tiempo ganado, porque más palabra es más vida. Autores y libros nos abren una puerta, un horizonte hacia esos espacios de la imaginación, de la creatividad.

La mitad del año se nos va en lamentar el poco tiempo que hay para leer. La otra mitad en hacer la lista de algunos libros, a la espera de fechas propicias, como lo es la temporada de agosto. Llegado el momento de desconectar, lo mejor es que sobren las ideas.

Hay un sinnúmero de libros, cantidad de títulos, escasos lectores, una avalancha de propuestas para leer sin prisas este verano. Para mí no hay mayor remedio para el tedio y el calorcito de este largo y cálido verano que la novela negra. Ese género claroscuro que refleja esta realidad mexicana espantosa de crímenes, violencia e impunidad. Por ello leeré y reeleré, y me gustaría recomendar al infatigable Paco Ignacio Taibo II con su literatura y su personaje, el detective más conocido de la literatura policiaca mexicana: Héctor Belascoarán Shayne; y novelas como La sombra de la sombra, Nomás los muertos están bien contados, El regreso de la verdadera araña y muchos más.

También recomiendo en este mismo género al sinaloense Élmer Mendoza con Un asesino solitario, Nombre de perro, Balas de plata, cobráselo caro; con su agente Édgar “El Zurdo” Mendieta.

Quiero terminar estas sugerencias para este tiempo de calor con un poema del peruano César Vallejo (1892-1938), una de las grandes figuras de la lírica latinoamericana, de su libro Los heraldos negros. En ese libro de poemas encontramos uno que está muy ad hoc con el verano.

Verano, ya me voy. Allá en septiembre

tengo una rosa que te encargo mucho,

la regarás de agua bendita todos los

días de pecado y de sepulcro…

¡Ya no llores verano! En aquel surco

muere una rosa que renace mucho.

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