Valorar los desechos agroindustriales

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Académicos del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI), han logrado crear una metodología para degradar los compuestos de la vinaza tequilera —aguas residuales altamente contaminantes de agua y suelo—, explicó el académico del centro, Hugo Méndez Acosta, quien tiene 10 años estudiando la valoración de desechos agroindustriales.

En sus inicios, como estudiante del doctorado en Ingeniería Química, en el CUCEI, desarrolló algoritmos de control que favorecieran el uso de la digestión anaerobia para el tratamiento de vinazas vitivinícolas en Francia. Luego, junto con otros especialistas del cuerpo académico de Ingeniería de Bioprocesos del plantel, evaluaron la factibilidad técnica y económica de implementar dicha tecnología a residuos de la industria tequilera.

Estos y otros esfuerzos dieron como resultado el establecimiento y puesta en marcha de una planta piloto, con la que producen biogás (mezcla gaseosa, principalmente por metano 70 por ciento y CO2 en 25 por ciento) a partir de tales desechos.

La planta piloto fue establecida en 2010. Su diseño, construcción e instrumentación requirió una inversión aproximada de tres millones de pesos. Por medio de tanques, almacenan 13 mil litros de vinaza que proporciona la industria.

Tiene una capacidad de tratamiento y producción de 480 litros de biogás por día, al 70 por ciento de metano, explicó el académico del CUCEI y colaborador del proyecto, Jorge Arreola Vargas.

Otra aportación fue garantizar la eficiencia y seguridad operacional del proceso, a pesar de las fluctuaciones en la composición de la vinaza, a través de la implementación de digestores anaerobios en dos etapas, así como de esquemas avanzados en monitoreo y control. Estos dos últimos son algoritmos basados en modelos matemáticos, que permiten una operación autónoma del proceso y hasta remota, explicó Méndez Acosta, quien agregó que ninguna industria implementa este tipo de avances, aunque tienen tecnología similar.

El académico propuso que las pequeñas y medianas empresas tequileras empleen los desarrollos y conocimientos universitarios en el tratamiento de sus vinazas, para generar metano y energía para sus procesos. “Somos un ente autorizado por el consejo de ecología de la Cámara Nacional de la Industria Tequilera para que podamos tener un contacto directo con las Pymes del sector”, e incluso transferir la tecnología a las empresas tequileras.

Una estrategia puede ser a través de la construcción de una planta comunitaria. Esta idea fue planteada a dicha cámara, la Secretaría de Innovación del Estado de Jalisco y al ayuntamiento de Arandas, pero no la han formalizado.

Como parte de este proyecto, los universitarios participan en la creación de un clúster de biocombustibles gaseosos, dentro del Centro Mexicano de Innovación en Bioenergía, que busca valorar diversos residuos para producir biogás. El proyecto es financiado por la Secretaría de Energía y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología por 104 millones de pesos y en el que participan varias universidades, como la UNAM.

Al aplicar este tipo de tecnologías, la industria podría eliminar un “dolor de cabeza”, ya que valorarían sus residuos, producirían un biocombustible de alto valor agregado y reducirían costos de producción en procesos como la cocción de la piña o la destilación.

Datos del Consejo Regulador del Tequila indican que en 2015 la producción de esta bebida alcohólica fue aproximadamente de 230 millones, con lo que estimó el académico que ese mismo año generaron dos mil 300 millones de litros de vinazas.

“Las vinazas tequileras están catalogadas como un agua residual compleja o un agua residual de alto impacto ambiental”, por la temperatura en que son descargadas y su alto contenido de materia orgánica, que alcanza 60 mil miligramos por litro, cuando un agua residual municipal concentrada promedio tiene alrededor de mil miligramos por litro.

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