Urgente la reforma al sistema de salud

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En lo que a valor agregado se refiere, las condiciones sanitarias en México han mejorado en forma sustancial para toda la población. Algunos indicadores dan cuenta de ello. Así, por ejemplo, según datos de 2004 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la esperanza de vida en México asciende a 74.6 años.
Sin embargo, en contraste con otros países, la cifra no es tan alentadora. Nuestra esperanza de vida es cercana a la de muchos países de bajo desarrollo, como Polonia o Hungría, pero inferior a la de naciones emergentes, como Corea, y se sitúa lejos de los países desarrollados, como Australia, Francia o Alemania, los cuales en 2003 presentaban un índice de 80.3, 79.4 y 78.4, respectivamente.
En cuanto a América Latina, Chile muestra una tasa superior a la de México, con tres años más, mientras que Argentina o Venezuela poseen una esperanza semejante a la nuestra, y Brasil, una tasa inferior en cerca de seis años.
Desde la perspectiva financiera, un elemento común a todos los países es la relación vigente entre crecimiento económico y mejoras en salud.
Una sociedad con bajos niveles de salud requiere un mayor crecimiento económico para mejorar sus indicadores básicos. Así, Turquía, aun cuando ha crecido un 10.6 por ciento entre 1960 y 2003, tiene una esperanza de vida de 68.7 años, pues al inicio del periodo ascendía a 50 años.
Todos los países, en la medida en que han reducido sus tasas de natalidad, han afrontado una estructura de edades en la que prevalecen los grupos de mayor edad. Pero esto no demerita el aumento real de la esperanza de vida en México: las personas vivimos más años.
A esto contribuyen tanto la demanda, por parte de la sociedad mexicana, de una mejor atención sanitaria, como los avances tecnológicos que ya se localizan en nuestro país.
Lo relevante de todo esto es que, como requisito para un mayor crecimiento económico, un mejor aprovechamiento de los recursos humanos o una expansión del capital humano, México necesita mejores condiciones de salud.
Así, la reforma al sistema de salud no solo debe basarse en la eficiencia, sino también en la equidad de recursos y el grado de intensidad con que será necesario implementar los cambios. Dado que los recursos son escasos para atender al mismo tiempo a toda la población, habrá que establecer prioridades en cuanto a grupos sociales. El tema requiere una profunda reflexión por parte de la sociedad. n
*Es doctor y profesor investigador del Departamento de Economía, del CUCEA.

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