Una laguna en terapia intensiva

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Una tilapia que flota inerte en la laguna de Cajititlán, es la imagen que materializa no sólo las malas condiciones de su agua verdosa, sino también la desazón de los pescadores de esta zona, quienes año con año, han visto cómo iban quedando atrás los tiempos en que, desde temprano, decenas de lanchas se adentraban a la laguna y volvían más tarde cargadas del pescado que era el sustento de sus familias.

Ahora la pesca ya no les deja ni para sobrevivir. Los habitantes de aquí han tenido incluso que buscar otras maneras de ganarse la vida, una búsqueda, en verdad, sin mucho éxito, pues las opciones se reducen a trabajar cortando nopal o juntando leña; algunos trabajan en la siembra y otros buscan empleo afuera del pueblo, en alguna fábrica.

La semana pasada, en la superficie de la laguna salieron a flote millares de mojarras muertas, peces que se usan para abono o para dar de comer al ganado; pero esa tilapia solitaria —especie que sí es comercializada— muestra que el problema podría ser mucho más grande de lo que quieren hacer ver las autoridades.

Las versiones oficiales que se aducen para explicar la difícil situación que atraviesa este cuerpo de agua, no convencen a los habitantes de la zona. Tanto la del presidente municipal de Tlajomulco, que la semana pasada declaró a los medios que los niveles de contaminación están dentro de lo permitido, como la del gobierno del estado que, a través de la Secretaría de Medio Ambiente, sostiene que el lago nada más está atravesando un momento de crisis debido a los contaminantes.

Los pescadores de las cuatro cooperativas que existen en el poblado, tienen su propia hipótesis: la laguna de Cajititlán está en terapia intensiva y si no se hace algo ya, estará muerta en poco tiempo.

Pero, ¿qué la mantiene en ese estado?, le pregunté a algunos de ellos el pasado jueves, cuando estaban reunidos para discutir sobre la problemática que enfrentan y que se hizo patente con la muerte masiva de toneladas de popocha, como se conoce aquí a la mojarra. “La contaminación”, respondió enseguida Fernando Alcántar, pescador, según dijo, desde que estaba en el vientre de su madre, desde que era niño y se trepaba en la lancha para ayudar a su papá.

Contó que en los últimos diez años los pescadores no han tenido “una pesca normal” —es decir una buena temporada—, y lo más que pescan en estos días son dos o tres kilos de tilapia que, pagados en 10 pesos cada uno, “ni para comer nos alcanza”: “Hoy saqué nomás tres mojarras para darle de comer al gato, y el cabrón se quedó con hambre”.

Mientras los demás que nos rodeaban asentían con la cabeza, Fernando narró que las tres plantas de tratamiento que existen, la de San Juan, la de Cajititlán y la de Tlajomulco, tienen gran parte de la culpa de esa contaminación, pues aseguran que no trabajan al cien por ciento: durante el día están en marcha pero en la noche todas las aguas negras son vertidas directamente a la laguna.

“Hay una planta de tratamiento que estamos viendo que todo el año echa agua negra a un depósito, pero cuando empieza a llover, la lluvia bombea ese depósito y todo se va para la laguna: y es cuando se muere el pescado. Esto sucede cada año, de diez años para acá, antes no se moría”.

Lo que este pescador originario del poblado de San Juan cuenta con las palabras de la experiencia, derivadas del conocimiento de su entorno, es respaldado por la explicación técnica que hace el biólogo Ezequiel Arredondo, miembro del Instituto Nacional de Pesca de la SAGARPA.

“Con esta nata verde que vemos, nos damos cuenta que hay una contaminación orgánica muy fuerte. La contaminación se produce por una carga de nutrimentos muy alta, hace que las algas fitoplanctónicas florezcan, eso podría ser bueno porque sirve de alimento para los peces, pero cuando hay en exceso lo que hace es que en las noches abate el oxígeno. Es el proceso de la fotosíntesis: en el día produce oxígeno y en la noche lo consume, es ahí cuando se genera el problema de mortalidad muy rápida”.

El biólogo, que estaba también reunido con los miembros de las cooperativas, explicó que este es un fenómeno común en todos los cuerpos de agua, pero con los contaminantes producidos por el hombre este proceso se acelera.

Los peces que murieron el pasado lunes no son comercializados, ya que aquí la pesca es de tilapia; sin embargo, si bien oficialmente no se ha reportado que ésta haya sido afectada, los pescadores dicen que ya han visto algunas tilapias flotando y otras más clavadas en el lodo. “Ya hay tilapias muertas también, ésa es menos resistente, pero como es más pesada se clava en el lodo y no sale a flote”, dice Fernando.

Para el presidente de la cooperativa “Pescadores de Cajititlán”, David Herrera, un señor al que la mediana edad empezó a pintarle unas canas en el pelo, este problema debe ser atendido urgentemente, que se reconozca el estado de la contaminación y se actúe pronto.

“Anoche hizo el presidente de Tlajomulco una declaración que dice que se está politizando, pero nomás hay que ver la laguna. Si yo le digo a usted que tengo 18 años, usted no me va a creer, igual que si le digo que la laguna no está contaminada…, nomás hace falta verla. Pero es la palabra de unos simples pescadores contra la del gobierno”.

Lo que piden es muy simple: que “se le echen ganas” a la sanación de la laguna, que las plantas trabajen al cien por ciento, que se les apoye y, en resumen, que el gobierno cumpla los compromisos que asumió.

“Nomás puras promesas. Vino el gobernador, nos prometió que iban a venir a dar solución y nada, y el ayuntamiento igual, lo mismo, nomás se dedica a decir que la laguna no está contaminada. En los gobiernos sale uno y entra el otro, y puras promesas, ahí viene otra vez la política, llegan, prometen y es lo mismo, sea el partido que sea, nosotros seguimos aquí”, dice Gabriel Moral, otro pescador.

Entre esas promesas hay una que el gobierno del estado ha cumplido, pero a medias; es la creación de un subsidio para apoyar a los pescadores de Cajititlán, del que reciben una mensualidad de 3 mil 600 pesos, pero, en la actualidad, según declaran los pescadores reunidos, les deben tres meses.

“Ya se va a acabar ese apoyo y la laguna sigue igual, o cada vez peor, nos van a apoyar hasta enero de 2015. Ahora hay que trabajar para que nos vuelvan a dar otro apoyo, es otro medio año de puro trámite”.

El subsidio, más lo que ganan de las otras actividades, sigue siendo insuficiente para su mantenimiento, ya que la mayoría tiene familia e hijos en edad escolar. Esta situación ha derivado en que sólo el 4 o 5 por ciento de los pescadores agremiados en las cooperativas, se dedique al cien por ciento a la pesca. Algunos ya hasta sus permisos han vendido.

“Mi papá me dice que ya no hay vuelta de hoja, que esto ya se está acabando. Incluso dice que ya venda mi permiso, que no me entretenga en esto”, cuenta Fernando Alcántar, miembro de la cooperativa San Juan Evangelista, mientras que Gabriel Moral dice que nomás le queda la esperanza, o la ilusión, de que la laguna se recupere.

“Antes en cambio nuestros padres se preguntaban: ¿qué le vamos a dejar a nuestros hijos?; ahora nosotros pensamos: qué les vamos a dejar, nada, una fosa séptica nada más”.

Un futuro diagnóstico
El Instituto nacional de la pesca realiza cada mes, desde marzo, muestreos del agua y las especies de peces de la laguna de Cajititlán, en el marco de un estudio en serie que concluirá en diciembre con un diagnóstico técnico sobre la situación de este vaso lacustre, con el que finalmente se emitirán recomendaciones.

“Estamos haciendo un estudio biológico, pesquero, limnológico, lo que hacemos es ver cómo está la captura de la tilapia. Aquí en Cajititlán no está muy bien, es uno de los lugares donde hemos visto la pesca un poquito más afectada”, dijo el biólogo Ezequiel Arredondo.

Uno de los problemas al que se han enfrentado es que, al hablar con los pescadores, éstos no entienden los estudios que se realizan, por lo que se comprometieron a explicarles claramente los resultados una vez finalizado el diagnóstico.

El especialista reportó que han encontrado también sustancias derivadas de pesticidas y herbicidas que se usan en la agricultura, lo que agrava la situación del lago.

“A simple vista la laguna sí se ve contaminada, nosotros trabajamos en todos los estados del país, en Oaxaca, en Aguascalientes y luego nos damos cuenta de dónde hay un cuerpo de agua impactado, y este es uno de los más fuertes que hemos visto”.

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