Una epopeya sonora

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    Lisa Gerrard y Brendan Perry muestran la seguridad adquirida en una insólita travesía que, siempre caprichosa, gira hacia el pasado y reacciona a los acontecimientos del presente. La mirada seductora de Gerrard y el semblante profundo de Perry, delinean el primer plano de una imagen que revela ese curso atemporal, un retrato que funde las expresiones y el carácter de una pareja que se relaciona –desde la música– con el encanto de la vida y los enigmas de la muerte (algo que los antiguos griegos vincularon con los distintos estados del alma y la moral).
    La fiel representación de esa travesía –iniciada en Australia en los albores de los años ochenta– lleva el nombre de Dead Can Dance, grupo de una riqueza musical insoslayable que, después de un largo periodo de ausencia, retoma su rumbo con un nuevo disco y una gira mundial.
    Anastasis es el resultado de esa “pausa”, una producción discográfica que puntualiza la fructífera relación entre ambos músicos (además de constituir un manifiesto de renovación). El trabajo individual permitió dar nuevos bríos a la relación entre Lisa Gerrard y Brendan Perry, circunstancia que se capta en las canciones que componen este material.
    Para un grupo como Dead Can Dance –con un historial intachable– era imprescindible lograr un trabajo que conservara la visión honda y poética de la música. Es por eso que Gerrard y Perry demuestran nuevamente su interés por la investigación musical y, principalmente, por la provocación de emociones. 
    La fascinación por la cultura griega –en particular por algunos elementos filosóficos– generó este álbum que posee un toque mediterráneo. Los sonidos de Grecia, Turquía y África del Norte, constituyen una parte vital en Anastasis. Lisa Gerrard propicia, a través de su voz, el encuentro con las canciones etéreas, mientras que Brendan Perry se transforma en la conciencia del ser humano: “Children of the sun”, “Amnesia” y “Opium”, enfatizan esa condición.
    “La experiencia de trabajar juntos es mejor que si lo hiciéramos por separado”, dijo Lisa Gerrard a la televisora española RTVE. Agregó que ella y Brenan Perry hicieron un compromiso humano para lograr la producción del disco de Anastasis. Sobre el contenido de este material indicó: “Es el círculo de la vida, son esas cosas que celebramos a través de una revelación, y cómo el entorno en el que estamos determina lo que somos capaces de hacer cuando algo nuevo está por llegar”.    
    Para Dead Can Dance no es extraño trabajar con música proveniente de distintas culturas. Desde las composiciones pertenecientes a la edad media –“Saltarello” es un tema instrumental italiano del siglo XIV–, hasta los ritmos tribales africanos, los álbumes del grupo constituyen una ventana hacia las expresiones musicales menos convencionales.
    “Nuestra música está basada en una emoción. Puede ser incluso un color o un sonido”, explicó Lisa Gerrard a RTVE. La cantante dijo que las composiciones parten de un motivo profundo, del deseo de concluir una historia.
    Dead Can Dance comenzó su trayectoria en 1981, cuando Brendan Perry decidió acabar con The Marching Girls, una agrupación influenciada por PIL y Joy Division. Poco después, Lisa Gerrard abandonó el proyecto Junk Logic y se integró al grupo, que en aquel momento contaba con la colaboración de Simon Monroe y Paul Erickson.
    El primer álbum de Dead Can Dance fue de título homónimo, y dejó en claro que su intención musical era totalmente distinta al común de las agrupaciones pertenecientes a ese periodo. El disco, todavía con algunas influencias de post punk, marcó la diferencia por el uso de algunos instrumentos ajenos al rock, y especialmente por la voz de Lisa Gerrard. Un par de temas diseñados para el proyecto This Mortal Coil, dejaron al descubierto la épica en las composiciones de Dead Can Dance, una manera de concebir la música que logró concretarse con la llegada de Spleen and ideal, la segunda grabación de Dead Can Dance.
    El trabajo de Dead Can Dance no ha seguido una línea específica. En su discografía encontramos esa riqueza que pocos grupos poseen, y que muchos inexpertos o necios insisten en catalogar como world music o new age.
    Lisa Gerrard y Brendan Perry lograron imprimir un estilo único, que tuvo repercusión en grupos de una generación más joven. Within the realm of a dying sun, The serpent´s egg, Aion, Into the labyrinth y Spiritchaser –quizá este ultimo el álbum menos valorado–, son el referente de un grupo que continúa mirando hacia la esencia misma de la música: hacia la magia, para intentar comprender los estados del alma.

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