Una ciudad para autos

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    Demasiado, sí. Eso fue lo que pensé en un primer momento: en menos de un mes en zonas céntricas de Guadalajara y en algunas vialidad principales, como Washington y avenida México, se construyeron ciclovías bien señaladas y delimitadas (sin bien, aún no del todo respetadas por automovilistas y peatones). Luego, la sorpresa, demasiado: un cruce peatonal entre Vallarta y Enrique Díaz de León, en el que por un momento todos los autos se paran y los peatones pueden cruzar por todos lados, incluso en diagonal.

    Demasiado bello para ser real: además de que muchos conductores y sobre todos de motos nunca respetaron el alto, y de que la medida fue recibida con improperios y bramidos de cláxon por los dueños motorizados de las calles, en los últimos días ya se quitó ese momento exclusivo para peatones. Por lo menos en las horas punta.

    Sí, demasiado para una ciudad donde el auto es Dios, el dueño absoluto de calles e incluso banquetas. A los peatones y ciclistas —ok, hay muchos que no respetan— no les queda que recibir improperios e insultos por quitarle espacios a los coches, y pelear los pocos espacios que les quedan, como se puede ver, muy frágiles y sujetos a desaparecer en cualquier momento, en aras de una ciudad no sustentable, sino sustentada en cuatro ruedas.

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