Un revoltoso 2018

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Pensé mucho en el título de esta participación y consulté a la Real Academia Española sobre qué se entiende por “revoltoso”: una de sus definiciones califica la palabra como un adjetivo que denota algo “Que tiene muchas vueltas y revueltas, intrincado”; si observamos lo que nos espera, el adjetivo viene más que bien para el ya iniciado 2018.

Pues apenas comienza el año y el horizonte que se vislumbra para México no es muy alentador. La crisis democrática en la que estamos sumergidos, el despilfarro de recursos públicos que parece no tener fin, la burocracia que ahoga, la corrupción que no para, la impunidad sin límites, los altos niveles de inseguridad y pobreza, así como el cambio climático que amenaza a la humanidad, son sólo algunos de los problemas en la larga lista de pendientes por resolver que aquejan al país, a los que se les suma que este 2018 es año de elecciones, donde algunos buscan mantener el statu quo, mientras que otros anhelan al menos que haya certidumbre y legalidad en el proceso electoral.

Este año se elegirán 3 mil 416 cargos públicos, entre senadores, gobernadores, diputados, y al nuevo presidente de México; año de enormes desafíos políticos, de elección para construir un gobierno de manera “legitima”, en el que la mayoría de las personas definirán su voto con base en las coberturas mediáticas y lo que se hable en redes sociales; pero también, un año en el que nuestros actuales representantes políticos ya parecen preocuparse más por ocupar el siguiente puesto que ocuparse por todos aquellos problemas sociales, ambientales, educativos y etc. que requieren una solución urgente.

Caminamos hacia elecciones sin que se esté haciendo algo para que México deje de obtener los lugares más bajos en las mediciones internacionales y parámetros de desgracia, como aquellas que señal que de cada diez mujeres asesinadas en América Latina siete corresponden a nuestro país; o que México está entre los 15 países con más emisiones en el mundo y, además, es altamente vulnerable a sus impactos; o que la gran cantidad de crímenes cometidos a diario permanecen intactos y sin solución aparente.

Parece ser que lo que sucede en México y lo que acapara la atención tiene que ver principalmente con el entorno de las próximas elecciones, ya que tan solo este año, para los comicios electorales, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó destinar 6 mil 788 millones de pesos para financiar a los nueve partidos políticos, una cifra histórica. Imaginemos: ¿qué podría mejorar en el país con esa cantidad de recursos públicos?, ¿cuántas obras públicas se podrían realizar?, ¿qué sería posible hacer? Seguramente habría una larga lista de propuestas, desde reducir la pobreza y desigualdad, mejorar el sistema de seguridad o salud, o podría haber mayor inversión en ciencia y tecnología, la cual año tras año no logra llegar al uno por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Cada inicio de año obliga a que reflexionemos sobre nuestro pasado y futuro, hacer conciencia sobre lo que hemos hecho, sobre los nuevos desafíos, los logros que hemos tenido, y justamente 2018 es un año en el que debemos reflexionar y revisar con ojo crítico propuestas de los candidatos, elegir aquellas con las que nos identifiquemos, pero también es momento de exigir resultados a todos aquellos problemas que continúan sin una solución clara o sin el menor cambio o mejora.

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