Un director sin preguntas

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Del 22 al 26 de agosto, la sala del Cineforo de la UDG abre sus puertas a la obra de Michael Haneke. Se considera al director austriaco como uno de los cineastas polemistas de “referencia”. Su trabajo va sin duda a impresionar a unos, aburrir a otros o ser una revelación para los demás. Lo cierto es que sus películas no tienen el mismo propósito que las superproducciones hollywoodenses; a veces ni siquiera parecen tener propósito alguno.
En su debut, el director se concentró sobre el tema de la familia con El Séptimo Continente (1989) y Benny’s Video (1992). Luego, amplió su “campo de estudio”, enfocándose sobre la sociedad en general, empezando por la que él conoce más: la sociedad austriaca (71 fragmentos de una cronología del azar, 1994). Esas películas fomentan en el espectador esa pregunta recurrente, imprescindible: ¿Porqué? ¿Porqué ese personaje actúa así? y la mayoría del tiempo, sin darle la respuesta tan esperada. En efecto, los aficionados de las tramas “presentación-acontecimientos-climas-desenlace” podrían quedar decepcionados porque Haneke no contesta, y no contesta por una razón muy sencilla: no pregunta. No se trata de entender sino más bien de observar. De hecho, uno no puede explicar por qué es así, por qué piensa así. Las películas de Haneke tampoco pueden explicar la sociedad. Lo que hacen es cortar la sociedad en fragmentos, disecarla para enseñar al espectador su funcionamiento o, en varios casos, su disfuncionalidad.
Michael Haneke se interesa en los seres humanos, a sus interacciones, sus conflictos, en la vida, pues. Sus películas muestran la mera realidad, sin disfraces. Sus decepciones, sus sorpresas… El trabajo del director austriaco no trata de disimular, de embellecer o de limar las esperezas, no. Nos enseña fragmentos de vida, la vida rara y a veces más bien morbosa de algunos, la vida tranquila y lisa de otros.
Uno de sus temas de predilección, que es una constante en casi todas sus películas, es la comunicación. O más bien, las imposibilidad o incapacidad de comunicarse con el otro: las mujeres con los hombres, los padres con sus hijos, etcétera. Haneke usa la frialdad y la lentitud “natural” del tiempo para estudiar y dar a estudiar el mundo, ese mundo que aparentamos conocer tan bien.

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