Un cine erótico realista y moderno

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Las luces se apagan y en la pantalla aparece una rubia con un pantalón corto demasiado ceñido. Inclinada sobre el motor de un auto, la mujer intenta torpemente resolver un problema mecánico. Un hombre musculoso se le acerca y, en menos de cuatro guiños, ella está de rodillas practicándole sexo oral. Este es uno de los guiones más socorridos de un filme pornográfico estándar. Más allá de pensar si es demasiado común o de tratar de encontrar qué hay de malo en esta escena, lo que es cierto es que en principio, no es interesante. Al menos no lo es para la mayoría de las mujeres —que sí, también vemos porno—, ni para la directora sueca Erika Lust, una de las presencias más destacadas que nos trajo esta edición del FICG33. Reconocida con el Premio Maguey, Lust llegó a Guadalajara para mostrar su trabajo y también para discutir sobre pornografía, cine y empoderamiento femenino, que es precisamente lo que hace con su obra.

Históricamente la pornografía ha colocado al hombre en el puesto protagónico. Todo se trata de él y su deseo. El cine de Erika Lust está muy lejos de las hipérboles del porno hecho por hombres en los que falos gigantescos embisten dolorosamente a mujeres neumáticas. Su propuesta es distinta a los relatos fílmicos en los que las mujeres sólo se ven satisfechas cuando un varón se derrama en su cuerpo, o peor aún, cuando son castigadas cruelmente durante el acto sexual. El suyo, es un cine erótico realista y moderno que resalta los matices que más provocan a una mujer. Para esta directora que hoy posee una importante productora cinematográfica, la mirada y el deseo femenino exigen otro tipo de tratamiento del cuerpo y sus placeres. De acuerdo con Lust, cuando tenemos sexo, cuando deseamos tenerlo, pensamos en al menos dos personas que comparten una intención. Y en algo tiene razón, pocas cosas provocan más que saber que las personas que están siendo retratadas mientras tienen sexo, están fuertemente conectadas entre sí, y no, no hablamos de amor.

Lust integra en sus relatos fílmicos el gozo físico femenino de forma realista. ¿Cómo cambiar la perspectiva? La única forma es que detrás de las cámaras haya mujeres, produciendo, escribiendo guiones, iluminando a los actores, fotografiando el movimiento de cuerpos que se disfrutan. Cuando esto ocurre, las mujeres que observan en una butaca o en la intimidad de cualquier habitación, son capaces de leer plenamente el lenguaje del filme, se identifican y disfrutan.

Hay además en el cine de Lust otro ingrediente importante: el aspecto estético. El  cine porno común descuida completamente el aspecto cinematográfico, mientras que para Lust lo importante de retratar y provocar el placer, está en desarrollar un concepto estético particular en cada obra, como lo haría cualquier otra producción cinematográfica.

Y si bien todo esto es relevante y digno de reconocimiento, lo más importante de hacer otra pornografía y de que las mujeres participen en ella desde el ámbito creativo, es que este cine es una importante herramienta de educación sexual. La pornografía suele ser el método más cercano e iniciático en las experiencias físicas con el otro. Con la popularización de dispositivos digitales, todos —incluyendo niños—, estamos a un click de distancia de una importante fuente de información que puede mantener la brecha de insatisfacción en las relaciones físicas, o incluso, privilegiar formas violentas que sólo conciben el placer de y para los hombres, a partir del castigo a la mujer. Producir de otra forma el cine porno, nos puede acercar a una vida sexual más sana; a formas auténticamente gozosas en las que sí sea posible encontrarnos.

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