Un Guardian de la ortodoxia el nuevo Papa

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    Roma.- Con la elección de Josef Ratzinger como el nuevo Papa, la iglesia católica no solo optó por el camino conservador marcado por Juan Pablo II, sino que entregó las llaves del gobierno a un guardián de la ortodoxia bautizado como un “cancerbero de la fe” que desarticuló y luego domesticó la llamada Teología de la Liberación.
    Aunque se supone que los detalles del cónclave son secretos, han comenzado a fluir como la fumata blanca de la Capilla Sixtina; detalles sobre la elección donde Ratzinger habría rebasado sobradamente los 77 votos que necesitaba para convertirse en el sucesor de Juan Pablo II.
    No solamente eso, quedó claro que Ratzinger, hoy Benedicto XVI, tomó el control del Vaticano desde la muerte de Carol Wojtyla y decidió la fecha de la elección, encabezó la misa del funeral, la de iniciación del cónclave, la del juramento en la Sixtina y se llevó el proceso junto con casi todas las encuestas que difundieron los medios de comunicación.
    El cardenal alemán fue el brazo derecho de Juan Pablo II por más de 26 años. La presencia de Ratzinger al lado del Papa, realmente habría comenzado a tener peso prácticamente desde el cónclave en el cual fue elegido Carol Wojtyla.
    En ese proceso, los cardenales más fuertes eran Siri y Benelli y el alemán habría operado a favor de un Papa llamado del “tercer día”; es decir, un pontífice que fuera una tercera opción ante las fuerzas encontradas.
    Giusepe Siri, era el favorito en los medios de comunicación y se afirmaba que entraba a la elección con 50 votos de la curia a su favor como sucedió ahora con Ratzinger.
    Había sido papable en cuatro cónclaves seguidos e irónicamente perdió toda posibilidad debido a los medios que lo colocaban en la cima.
    Unos días antes del cónclave, el cardenal había fijado su posición muy severa contra el Concilio Vaticano II en una entrevista concedida a la Gazzeta del Poppolo, pero había pedido que se publicara luego de la elección.
    Sin embargo, la confianza de ser elegido se vino abajo cuando la entrevista sin publicarse comenzó a circular de mano en mano entre los cardenales electores, hasta que finalmente Siri perdió por cuarta ocasión.
    El cardenal elegido era un polaco que vendría a romper con la tradición del Papa italiano: Carol Wojtyla, a quienes algunos confundieron con un cardenal africano.

    El hombre del cardenal “africano”
    Nacido en Bavaria el 18 de abril de 1927, Josef Ratzinger llegó a Roma en 1962 como consejero teológico del cardenal Frings en el Concilio Vaticano II y por su inteligencia y conocimientos comenzó a llamar la atención en la curia.
    A los 35 años, era ya una estrella teológica que tuvo su mayor esplendor en las protestas de mayo de 1968 cuando alzó su voz contra el marxismo y el ateísmo que crecía desaforado entre la juventud.
    En junio de 1977, fue nombrado cardenal por el Papa Paulo VI quien lo designa arzobispo de Mónaco.
    Pero el rango que lo llevaría a un puesto clave en el seno de la iglesia católica, fue el nombramiento que en 1981 le hizo el Papa Juan Pablo II como Prefecto para la Congregación de la Doctrina y la Fe.
    Desde ese sitio, Josef Ratzinger se convirtió en el más celoso guardián de la ortodoxia católica y la teología, al oponerse a los aires reformistas que pugnaban movimientos en la misma iglesia en temas como el matrimonio entre los sacerdotes, la homosexualidad, el comunismo, el control natal y los matrimonios gays.
    En 1984, el movimiento de la Teología de la Liberación que planteaba una iglesia popular al servicio de los pobres, había llegado a niveles importantes de influencia.
    Era una corriente innovadora en el campo pastoral, teológico, catequético y social, que buscaba ajustarse al Evangelio de los pobres.
    Ratzinger apareció en escena y condenó en forma severa a la Teología de la Liberación e impuso una rigidez doctrinal total a sus promotores que fueron amonestados, perseguidos y vigilados.
    Al cardenal alemán le adjudican también la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica y la “Dominus Iesus”, un documento donde la iglesia católica se atribuye la posesión de la verdad y la salvación y que concluye que “fuera de la iglesia no hay salvación”.
    Como Prefecto para la Congregación de la Doctrina y la Fe, Ratzinger puso fin a los debates sobre el celibato de los curas, la comunión para los divorciados, el uso del preservativo y la fecundación artificial.

    Benedicto XVI
    Considerado en el pontificado de Juan Pablo II el verdadero número dos de la iglesia católica, por encima del poderoso secretario de estado Angelo Sodano, Josef Ratzinger en su papel de Benedicto XVI es centro de numerosos debates.
    El Opus Dei, la congregación de la que forma parte se congratuló de la elección, en tanto que organizaciones católicas defensoras de la mujer calificaron como un mal día el 19 de abril cuando concluyó el cónclave.
    En sus primeras decisiones, Benedicto XVI ratificó a Sodano como secretario de estado y prácticamente a todo el gabinete que trabajó al lado de Juan Pablo II, incluidos los prefectos de todas las congregaciones religiosas.
    Expertos vaticanistas revelan que del pontificado de Benedicto XVI, habrá que esperar la continuidad de la obra conservadora de Juan Pablo Segundo en lo que representa que el control del Vaticano seguirá en manos de la curia, sin abrirse a la iglesia del mundo.
    Debates históricos y dudas que confrontan en la actualidad a sacerdotes y obispos de todo el mundo, seguirían en suspenso mientras concluya el papado “de transición” como ha llamado al que comienza Ratzinger de 78 años.
    Por lo pronto, en su primer acto público como Benedicto XVI, el Papa regresó al departamento que habitó por 24 años ubicado junto a la Plaza de San Pedro y donde quedó claro que siempre fue un hombre de Roma.
    Saludó a sus vecinos, a los trabajadores del edificio y a los vendedores cercanos que lo reconocieron como la persona que durante años recorrió caminando los pocos metros que lo separaban de la Basílica Vaticana y los aposentos papales.
    Esta vez para tomar posesión de ellos.

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