Tolentino

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    Identidad: ¿Tiene que ser el nombre completo?… que quede en Tolentino, que es mi apellido.
    Origen, si se puede: Claro, nací el 17 del 7 del 77. Son demasiados sietes, ahora tengo 28 años. Soy de Zapopan, Jalisco.
    Mi papá pintaba de joven: no se si eso se pega o se traiga en los genes, pero mis hermanas y yo siempre estuvimos dibujando, pintando o moldeando con plastilina. En la secundaria mis maestros me inscribían en concursos, de los cuales gané dos. En la Preparatoria Jalisco hice varias exposiciones. Ahí conocí al tallerista Rubén Andreu.
    El tallerista: tuve muchos problemas con Andreu, de tipo personal. Me parecía muy alzadito y yo era media rebelde en ese entonces. No nos entendimos. Al final empezó a mostrarnos la técnica de tinta china, que me gustó mucho. Después de nuestras diferencias, le hice una caricatura y limamos asperezas. Ya luego su esposa fue mi compañera en la licenciatura de pintura, en la UdeG. Somos súper cuates. Gracias a Andreu me metí a estudiar artes plásticas. También hice un diplomado en el Cabañas, mientras tomaba la carrera.
    Las obras: siempre tienen sus tintes sexuales y eróticos. Nunca he tenido el complejo sexual. Me llevo bien con mi cuerpo, mi sexualidad y mi entorno, no hay bronca. Lo he reflejado en mi trabajo. Empecé con la etapa del realismo y el surrealismo. Lo deformé un poco más hasta que me salí y empecé a hacer cuerpos por completo deformes. Ya no hago un trabajo tan delicado como cuando sobas el pincel, sino ya burdamente y con espátula, así aplico el óleo hasta formar mujeres exuberantes.
    Hay un amigo pintor que me dijo: tú tienes dismorfia. Me reí. Lo cierto es que a mi me gustaría tener esa particularidad de las mujeres: las caderas, la sinuosidad de la línea curva. No tengo eso, estoy parejita.
    En el Cabañas conocí a una modelo que se llama Lulú: es una señora de 45 años con un cuerpo de señora de 45 años. Hermoso. Eran unas nalgas muy prominentes, una cadera con celulitis, lonjitas. Un cuerpo delgado y desnudo no es tan interesante como cuando está vestido, como que tapas tus carencias. Pero un cuerpo robusto es hermoso y muy interesante. Y sí, ciertamente quisiera tener un poco de todo eso.
    Puedes ver mis manos, mis piecitos: una de mis hermanas es guapísima. La más chica. Tiene unas manos limpias, sin coyunturas, blanquitas, todas bonitas y desde chica me decía: mira nada más tus manos. Yo padecí fiebre reumática y esto me deformó mucho los huesos. Yo era un niño en la casa, no me peinaba, y era… en fin, un asco. Hasta que me di cuenta que mis pies y manos eran interesantes, bellas, son lo que pinto. Las manos que pinto son las mías, los pies son míos. Les encuentro personalidad. Todos somos imperfectos y eso es lo chido.
    Mis respetos a las mujeres: que quieren ser amas de casa, madres o esposas. Yo no lo haría porque son de esas cosas que no se me dan. Es un rol bien pesado. Decidí ser independiente. Quiero tener una libertad sexual y que no sea juzgada por ello, y quiero también que me respeten por la decisión de no tener hijos. No porque pueda tenerlos, pueda ser una maquinita de hacer hijos.
    El asunto de la pareja suele presentarse en mis pinturas: normalmente hay unas sillitas o mesitas tan frágiles para sostener el cuerpo inmenso de las chicas que pongo en mis cuadros. Para mi es el simbolismo del matrimonio. Normalmente te dicen sienta tu cabeza, ya estás en edad. Se me hace estúpido que pongas una balanza entre la edad, la madurez y el matrimonio. El matrimonio es un paso cañón que no debe tomarse a la ligera y pensar: ¿cuál es mi mejor prospecto? Ese, porque está a la mano. No creo que deba ser así. No quiero que me mantengan ni mantener a nadie. Hay quienes se preocupan por la soledad, que porque es muy canija. Yo prefiero tener muchos amigos y amigas, y nada más.
    Tolentino: exhibe “El vuelo de Eros a los sueños”, en la galería Chucho Reyes hasta el 9 de diciembre de 2005. Ha expuesto en Jalapa, Chihuahua, Morelia, municipios de Jalisco, y pronto en Zacatecas y el Distrito Federal.

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