Tijuana y el Nortec

    742

    Hace un año, en la edición 27 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), fue estrenado del documental Tijuana, sonidos del Nortec, del director Alberto Cortés. En aquella ocasión mencioné, en el suplemento Mayahuel, una publicación dedicada al FICG, que este trabajo no era exclusivamente un testimonio sobre la música producida por Nortec, sino un documento visual y auditivo que habla de la ciudad de Tijuana y de su complejidad. Recientemente editado en formato DVD, Tijuana, sonidos del Nortec, está ya disponible, lo que permite lograr una aproximación más directa con el trabajo que efectuó Cortés.     
    Inicialmente conformado por músicos, diseñadores y videoastas, incluso arquitectos, Nortec se convirtió a principios del siglo XXI en un auténtico movimiento cultural, que comenzó a distinguirse primordialmente por mezclar los ritmos populares -banda y norteño- con bases electrónicas, algo que no representó en sustancia una novedad, pero que más allá de una simple fórmula, consiguió dar vida a un colectivo intensamente propositivo. 
    José Luis Paredes “Pacho”, ex baterista de Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio y actual director del Museo Universitario del Chopo, comenta en el libro Paso del Nortec: “Tijuana es, pues, un crisol, una olla podrida o un melting pot donde confluyen y se transforman, con cada  nueva camada, diferentes culturas y, desde luego, generaciones musicales. Por todo esto, no es de extrañar que desde los ochenta surgiera una escena electrónica local, ni que en años más recientes ésta rindiera sus frutos singulares, ofreciendo una de las corrientes electrónicas con identidad propia en México”. 
    Tijuana, sonidos del Nortec, es una producción que documenta el fenómeno musical creado por Nortec, pero que, al mismo tiempo, nos lleva por esa Tijuana difícil de clasificar en una sola etiqueta. 

    Artículo anteriorPaulina del Paso
    Artículo siguienteCrónica