Bryan Ferry está al frente de este proyecto (aunque no con su voz) que rememora la producción de jazz en la década de los veinte. Ferry rinde tributo a una era y evoca los sonidos del dixieland y el swing, pero especialmente muestra el legado de importantes músicos, entre éstos Louis Armstrong y Duke Ellington. Un disco que podría considerarse una excentricidad dentro de su trayectoria, y que sólo permite detectar la influencia -sutil- que tiene el jazz en su trabajo.