Subrayar el poder de la ciencia

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Hablar de la ciencia, una de las habilidades más maravillosas que hemos inventado y desarrollado los humanos, es siempre interesante y, después de hacer un rápido repaso de algunos prolegómenos, veamos su fuerza transformadora, sin cuyo conocimiento seguiríamos viviendo como hace miles de años, sin diferenciarnos mucho del homo sapiens, que empezó su camino hace aproximadamente 200 mil años. Vivir como entonces, significaría vivir menos y sufrir mucho más.

La teoría microbiana
Para muestra unos cuantos botones: a lo largo del siglo XIX significó mucho la teoría microbiana de la enfermedad y las técnicas médicas como la anestesia y la asepsia. Antes de eso cualquier paciente que debiera someterse a un quirófano debía hacer dos cosas: preparase para sufrir mucho y hacer testamento. Pero eso no era todo, porque si sobrevivía a la operación, además del enorme sufrimiento, sería probable que se muriera por alguna infección.

La anestesia eliminó la conciencia del dolor, mientras que la teoría microbiana de la enfermedad, aliada con las técnicas de asepsia, hizo que se evitaran la mayoría de las infecciones postoperatorias.

La comunicación entre nosotros
¿Qué tal la capacidad de comunicarse unos con otros? Hoy estamos sumergidos hasta la coronilla en el mundo de la información y las telecomunicaciones, de tal manera que nos parece que siempre fue así. Equivocación. A mediados del siglo XIX empezaron las señales electromagnéticas, primero la telegrafía terrestre, luego la submarina (el primer cable submarino que unió a Norteamérica con Europa se instaló en 1866).  Antes de ese hecho, para comunicarse entre dos continentes se utilizaban las vías marítimas por las que circulaban barcos que tardaban meses en llegar al punto de destino; ahora con los modernos ordenadores y el sinfín de derivaciones de ellos nos parece increíble que la humanidad haya vivido periodos de casi incomunicación.

Reflexiones
Dejando a un lado las cuestiones de utilidad y mirando hacia nuestro planeta y el sistema solar, las preguntas que surgen son numerosas y complejas: ¿De qué está formada la tierra y cuál es su estructura? ¿Por qué los cuerpos caen y se mueven los planetas en torno al sol? ¿Qué es la vida y cómo surgió? ¿Cómo son posibles facultades como el pensamiento, incluso ser conscientes de que pensamos? ¿Qué es la inteligencia? El cerebro humano, formado por unos 100 mil millones de neuronas, cada una de las cuales establece una media de 10 mil contactos por segundo con otras (lo que significa un conjunto de mil billones de interacciones) nos plantea  preguntas que no vemos cuándo se podrán contestar.

Los números
Contar es una actividad natural, casi podríamos decir que primitiva, y cuando contamos estamos haciendo matemáticas, de manera que inventamos las matemáticas casi sin querer. Este invento fue adquiriendo vida propia poco a poco, generando innumerables objetos, estructuras y problemas matemáticos: números enteros, reales, imaginarios, primos, derivadas, integrales, grupos, conjuntos, espacios planos y curvos, teoremas demostrados o conjeturas por probar o refutar.

La divulgación científica
¿Habrá existido algún pensador en el siglo XIX capaz de imaginar artilugios, hijos de la ciencia, como el teléfono, la radio, la televisión, los aviones, las computadoras electrónicas o internet? Si la ciencia es maravillosa y estimulante, sin embargo ¡se le conoce tan poco! Se dirá que se trata de unos saberes difíciles, imposibles de dominar si no es mediante varios años de estudio. Claro, los expertos y especialistas  tienen que afrontar una nutrida y adecuada preparación, pero la sociedad en general debe tener una cierta cultura científica, para que las personas con un mediano nivel de instrucción tengan nociones de la teoría de la evolución de las especies, del campo electromagnético, de la relatividad de la mecánica cuántica, de cómo se forman algunos enlaces químicos, de cómo es posible que vuelen los aviones, que sepa lo que es el ADN y su papel en los procesos hereditarios, lo que obligaría a tener claro cuál es la constitución de átomos, células y moléculas. Y, ¿qué decir de las emocionantes historias de aquellos que aportaron al desarrollo de la ciencia: Euclides, Arquímedes, Copérnico, Galileo, Descartes, Newton, Darwin, Pasteur, Einstein, Watson o Crick?

El mestizaje cultural
Por las historias y aportaciones de Homero, Platón, Cervantes, Shakespeare, Dostoievski, Emmanuel Kant, Velázquez, Leonardo Da Vinci, Picasso, Beethoven…, conocemos maravillas del arte y de la literatura, nombres conocidos, populares y aceptados como parte de la cultura humanística que se distanció de la científica. En este siglo XXI nos corresponde volver a integrar ambos mundos en ese mestizaje cultural del que habla el historiador de la ciencia y doctor en Física José Manuel Sánchez Ron.  El suyo es un caso de verdadero mestizaje cultural: un físico que se convirtió en historiador y escritor. “Una persona que se esfuerza por ser ciudadano tanto del mundo tradicionalmente denominado humanístico como del científico y tecnológico. Y que piensa que la escritura es un magnífico instrumento para intentar integrar tales mundos, además para transmitirlos a los demás”, han dicho de él. Debiera ser el ejemplo de los hombres contemporáneos.

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