Suave patria a la patria infausta

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    “El tremendo juez de la tremenda corte, va a resolver un tremendo caso”, así comenzaban los juicios donde se buscaba solucionar las triquiñuelas del pícaro Tres Patines.
    Ahora así se resuelven en la Suprema Corte de Justicia de México, los dichos de un tal poeta Sergio Witz Rodríguez sobre la bandera nacional, así como en el país de la irrestricta libertad de expresión se limita la posibilidad de disentir, ¿quién decía aquello de que a pesar de no compartir una opinión daría la vida para que se tuviera la oportunidad de decirla? creo que fue por el siglo XVIII, habría que preguntar a los señores de la corte en que siglo estamos.
    Por otro lado, ¿qué no la globalización tiró por un cubo de basura la “soberanía”?, entonces, ¿por qué no habría de llevarse con ella la bandera? ¿Qué no le basta al pueblo mexicano festejar su nacionalidad con la Sub 17, campeón mundial del futbol mexicano? ¿Qué no se ha vuelto el día de la independencia un pretexto para la borrachera, en el caso del pueblo, y un ritual chovinista en tiempos de interdependencia compleja en el sistema mundial, por parte de la clase política?
    ¿Dónde está la patria cuando las fuerzas exógenas de la globalización actúan sin casi ninguna resistencia dentro del ámbito cultural y económico en el desprestigiado ámbito nacional? ¿Acaso no hay cosas más importantes que defender en este país que la preponderancia de un símbolo pisoteado más por sus hipócritas apologistas que por el susodicho poeta?
    ¡Con la bandera no se llenan los bolsillos de la gente, pero sí el de los jueces; no se educa a un pueblo, pero sí se le condiciona la historia; no se crean empleos, pero mantiene seguros a los legisladores y a los gobernantes en sus puestos!
    Yo no sé de poesía, pero sí sé que la crítica literaria no les corresponde a los jueces, no comprendo cómo es posible que se hable de “ultraje a la patria” por un decir sobre la bandera, y se pueda ser tan miope como para no ver a la “patria” ultrajada por tantos pillos políticos, empresarios y funcionarios.
    ¿Quién ultraja a la patria, el que por decir verdad solamente dice a cerca de ella, o el que por decir mentira medra lo que puede de ella escudándose con la patria misma? ¿Qué precedentes se van a sentar después de declarar que en un país de rampante libertad de expresión la literatura es criminalizable y no libre?
    Cuando escribir es un delito, llega la hora de prender las plumas rojas.

    J. Galileo C. Alcázar

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