Sobre ruedas

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    Sabido es que, además de limitado, ineficiente y caro, el transporte urbano peca por lo pésimo de su servicio. Uno como estudiambre recibe malos tratos de algunos choferes (existen sus claras excepciones), hacemos largas filas para adquirir transvales en los pocos puntos de venta, etcétera.
    Es un malestar general, que afecta a todo usuario, ya sea ocasional o a diario. Se hacen intentos por buscar una solución al problema, marchas, mítines, paros y a veces hasta secuestran camiones, pero hemos perdido el tiempo con las autoridades. Para ellas, como leí en algún lado, el transporte público más que un servicio es un negocio.
    ¿Recuerdan que antes del reciente aumento a la tarifa del transporte, el gobernador dijo que no habría tal? Y sí, no subió, pero solo durante un par de semanas. Pues ¿a qué estamos jugando? ¿será que el señor juega a ser gobernador y le da atole, no con el dedo, sino con toda la mano, a su pueblo?
    Me parece una mala estrategia esperar al fin de semana cuando inicia la temporada vacacional de verano para dar el banderazo al incremento. ¿Y por qué creen que fue así? Bingo. Todos nos vamos de vacaciones y no hay tiempo para protestar. Mejor vámonos a asolear (a nuestras azoteas). Al cabo que “solo” son 50 centavos más.
    Por si fuera poco, para que no pase inadvertido el día de brujas, en noviembre vuelven a subir la tarifa. Ahora iremos de casa en casa pidiendo transporte o travesura. Lo poco que sé de economía lo grita mi bolsillo cuando me dice que está vacío. Es por ello que he pensado no en una solución, sino en una sugerencia, que tal vez otros ya han ideado y puesto en marcha: usar la bicicleta.
    Aparte de llegar temprano, hacemos un poco de ejercicio en esta vida moderna llena de sedentarios. Ahorramos el transporte de un día y algo de tiempo, que es lo que más perdemos. En mi caso, por ejemplo, aunque estoy a 15 minutos de la escuela, en camión hago 45, entre el mal servicio y el tráfico.
    Otra idea es que cuando esperen el camión, observen los carros particulares. En muchos de ellos solo viaja el chofer y se desperdicia espacio. Concluyo que en realidad lo que nos importa somos nosotros mismos y por falta de organización desaprovechamos un valioso recurso.
    En cuanto a las bicicletas, no olvido todas las limitantes que puedan surgir, como la distancia a recorrer, la falta de cultura vial, de respeto por los ciclistas, y que no todos cuentan con una bicicleta, pero al fin y al cabo solo es una sugerencia. Por algo hay que empezar. Al menos lo recomiendo como esparcimiento.

    Miguel íngel Tablón Camberos,
    estudiante del CUCEI.

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