Sobre nota de internados

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    Por medio de este conducto, me dirijo a usted de la manera más respetuosa para comentar el artículo publicado en La Gaceta número 549, del pasado lunes 3 de noviembre, titulado “La escuela, mi cárcel”; quisiera que pudiera rectificar algunas afirmaciones tan categóricas como la de “malos tratos, acoso y violencia constituyen la normalidad en estas instituciones”.
    Mi hija asiste al Instituto Beatriz Hernández en la modalidad de tiempo completo, es decir, de 8:00 a 16:00 hrs., y convive con las niñas “internas” y tanto ella como yo y muchos otros padres de familia y alumnos, podríamos desmentir la afirmación anterior.
    Me gustaría que acudiera un lunes a las 8:00 a.m. para confirmar que el ingreso de las internas no es un drama, solicitar el testimonio de las internas y obtener más información sobre los servicios que ofrece el internado y su funcionamiento.
    Por mi parte, estoy muy conforme con el servicio, ya que además de la instrucción básica mi hija recibe dos alimentos, servicio médico dental, psicológico y después de clases, taller de música, deportes, inglés y/o computación.
    En un colegio particular, por menos de lo que proporciona el internado yo pagaba la cantidad de 2,200 pesos al mes, aquí sólo pago 240 por concepto de alimentos.
    Con respecto al trato que recibe, varía un poco según el personal. Por parte de los maestros, personal administrativo y médico, es de apoyo y respeto; por parte de quienes están al cuidado de los menores o las  llamadas “seños”, el trato es más estricto y disciplinado; no niego que algunas están educadas a la antigua y sean regañonas y gritonas, pero de ninguna manera ha sufrido abuso físico ni psicológico.
    Como lectora de La gaceta, he visto que los medios informativos de la  UdeG se caracterizan por mostrar siempre las dos partes de, pero en este caso, si yo no conociera el Instituto, dada la poca credibilidad de cualquier funcionario de gobierno, pondría en duda el comentario del representante de educación.  
    Agradeciendo la atención a la presente, y en espera de que se pueda limpiar la imagen del Instituto, quedo a sus órdenes.

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