Sin pasión no hay innovación

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Necesitamos una “crítica” de los valores morales, y en primer término ha de discutirse el “valor de estos valores”; por eso es absolutamente necesario conocer las condiciones  y los medios ambientes donde tuvieron origen, donde se desarrollaron y deformaron; es decir, tener un conocimiento tal, como nunca tuvo semejante ni es posible que lo tenga.

Federico Nietzsche

El escritor francés André Maurois recordaba en un texto biográfico esta frase de Napoleón Bonaparte: “Yo no soy un Don Quijote que tiene necesidad de buscar aventuras. Soy un hombre de razón que sólo hace lo que cree que es útil”.  Razón, acción, utilidad. Son fundamentos de todo impulso político, educativo, creador, y motivan las actuales peticiones de una política universitaria sólida. Su carencia hace que las circunstancias cotidianas puedan empujarnos a la rutina y a aceptar la validez de la pequeña política… De una política no académica.

Pero con una pequeña política académica no se puede construir el futuro de la Universidad. La política académica universitaria requiere grandeza y apasionamiento. Quienes creemos que la educación es el más poderoso instrumento de transformación social, de lucha contra la marginación, de solidaridad y de tolerancia, soportamos mal los periodos de rutina, de estancamiento, aunque sepamos interpretarlos política e ideológicamente. No avanzar es retroceder. Tenemos que admitir que uno de los aspectos básicos es el trabajo colegiado, un eje fundamental en las diversas preparatorias; otro, es la necesidad de revisar periódicamente el desarrollo de las modificaciones, actualizaciones e innovaciones necesarias para poner al día los conocimientos en las unidades de aprendizaje y demás espacios académico-administrativos que permitan mejorar la información, coordinación del trabajo docente y la gestión de las propias preparatorias del Sistema de Educación Media Superior, aceptando el principio de la autonomía.

Ante la ausencia de compromiso por parte del Estado y de un impulso racional de los recursos, los universitarios no debemos mostrarnos conformistas y esperar tiempos mejores. Uno de los cambios más importantes que hoy se perciben de las interrelaciones entre la sociedad y la Universidad es el referido a la formación no reglada. Aprenderlo todo de una vez y al principio es un modelo que ha quedado anticuado. Volver a la universidad para actualizar conocimiento y adquirir habilidades en tecnologías avanzadas, la segunda oportunidad, la formación de estudiantes solidarios, pensantes, críticos; la lucha contra la exclusión y la marginación por razones de formación son ideas que cambiarán las preparatorias de forma acelerada.

Partimos de la base de que la función docente comporta un conocimiento pedagógico, un compromiso ético y moral y la necesidad de corresponsabilización con otros agentes sociales; esto es así puesto que ejerce influencia sobre seres humanos; por ello es importante el desarrollo sistemático e institucional de los programas de formación permanente de los profesores, porque sin ellos no hay cambio; y de esto derivarán dos consecuencias positivas: reequilibrar el peso de los distintos campos del conocimiento y encontrar nuevas fuentes de financiación, aunque inicialmente tengan un peso presupuestario modesto. Las humanidades pueden participar de forma destacada en esta innovación educativa. El sentido central de las áreas humanísticas es clave para el progreso armónico del saber. La crisis originada por la disminución de demanda de estos estudios por parte de los jóvenes es peligrosa, pues puede hacer caer a los responsables académicos o políticos en el utilitarismo a la hora de definir prioridades bajo la presión de solicitudes de dotaciones, plazas, infraestructura, etcétera.

Otra propuesta es la elaboración de materiales para la divulgación del conocimiento y la colaboración con los medios de comunicación (especialmente televisiones y productores de vídeos) en programas educativos. Asimismo, el seguimiento de egresados que nos permita saber el rumbo y camino de todos aquellos que han terminado el bachillerato y ubicar el lugar que ocupan en el campo social; esto es, el apoyo a aquellos que fueron estudiantes y han iniciado su vida laborar o sin laborar: ofrecerles oportunidades de reciclarse, introducirles en nuevos campos del saber o en nuevas oportunidades laborales.

Las profundas modificaciones sociales y económicas, así como la invasión masiva de nuevas tecnologías de comunicación, transforman radicalmente la enseñanza universitaria. Superando las dificultades presentes debemos participar en el cambio apasionadamente, pues, como decía Saint-Simón poco antes de morir: “Recordaba que para hacer una cosa grande es necesario ser apasionado”.

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