Sara Isabel Quintero

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Sara Isabel emplea la tarde en limpiar dos docenas de rosas: con unas tijeras y sus propios dedos remueve hojas, espinas. Está esperando a que comience el ensayo general de La señora Klein, donde es la actriz principal: un torbellino de conflictos internos, de celos, resentimientos, depresiones y estallidos contenidos. Será una brevísima temporada que apenas comenzó el viernes pasado y termina el próximo domingo: “Tenemos que parar por la Muestra Nacional de Teatro. Seamos realistas: nadie va a venir, y yo también quiero ir a la Muestra”, explica. Habrá una segunda temporada en noviembre, pero por ahora conversa desde la excitación previa al estreno: el reto del personaje, la vida del teatro, la incertidumbre de la independencia. Al final de la charla, Sara Isabel sube a la tarima y pone las rosas en un jarrón: la escena está casi lista.

Quedarse
Hubo un momento de mi vida en que tuve oportunidad de emigrar y lo consideré. Pero como actriz hay muchos factores también fuera del escenario, las razones que hacen que todo ser humano se establezca, como los hijos. Así que decidí quedarme. Este es mi lugar. Esta es mi trinchera.

Retiro
Cuanto más pienso en retirarme, surgen más proyectos a los que no me puedo negar, que me siguen enamorando de este modo de vida que es el teatro. Me cuesta mucho trabajo imaginarme sin tener una escena que ensayar, o leyendo una pieza sin que llegue a su destino final, la escena. Aunque también me imagino haciendo más cosas fuera de la actuación, pero relacionadas con esto mismo: vestuario, escenografía, dirección, florista… en el teatro se necesitan toda suerte de sensibilidades. Al final creo que no es una decisión que esté en mí, como esa que me hizo entrar al teatro en primer lugar.

Señora Klein
Cada personaje te confronta, te trasgrede, el de señora Klein en específico es una exigencia más comprometedora porque está basado en una persona real en un momento muy fuerte de su vida: mujer y judía en la entre guerra tiene que salir huyendo de su país tras una vida plagada de pérdidas, y aún así es capaz de abrirse paso y ganar reputación y respeto entre sus colegas psicoanalistas. Nos tomó tres meses de preparación, leyendo artículos de ella, tomando asesorías con especialistas, documentándonos sobre su contexto y su vida.

La casa suspendida
Cuando abrimos este espacio fue un lío, porque no había permisos en el ayuntamiento para centros culturales, había que registrarse como café o restaurante. Se armó toda una polémica, pero por fin fuimos el primer centro cultural registrado como tal. Recién cumplimos tres años de trabajo, aunque no siempre esté abierto al público, pero detrás del portón siempre se está ensayando. Es un esfuerzo muy duro, lleno de preocupaciones… yo me doy por bien servida con que sea autosuficiente, y a veces ni eso se logra. A ver ahora cómo nos va con la maravillosa idea del director de intervenir la sala para ampliar el escenario y reducir los asientos a 44 [risas].

Fenómeno independiente
La verdad es que en Guadalajara el teatro independiente ya es todo un fenómeno. Además de las compañías, han surgido espacios: cada uno con su propio perfil, cada uno singular. Por eso no creo que esto se pueda leer como una competencia, porque a fin de cuentas todos estamos empeñados en hacer lo mismo y lo mejor es hermanarnos y darnos ánimos.

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