Saberes ancestrales para la salud

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Las abuelitas y las tías no estaban equivocadas. Los tés, infusiones, licuados y jugos naturales que nos obligan a tomar para mejorar un problema de salud son efectivos. Al menos eso dice la ciencia. 

Javier García de Alba, académico del Centro Universitario de los Altos, con sede en Tepatitlán, encabezó a un grupo de biólogos, nutriólogos, médicos y antropólogos médicos que analizaron las recetas antiguas y remedios tradicionales que datan desde principios del siglo XIX para saber qué tan certeros eran sus efectos en el cuerpo.

Los especialistas entrevistaron a más de 200 adultos mayores de 50 años para obtener el conocimiento tradicional que han heredado de sus madres o sus padres con recetas de entre 150  y 200 años de antigüedad. La intención era saber qué ingredientes contenían y para qué dolencia eran utilizadas, y luego contraponerlas con las propiedades nutricionales de sus componentes y sus implicaciones en la salud de las personas.

García de Alba afirma que sí había una compatibilidad entre las fórmulas que son utilizadas de manera tradicional y las propiedades de los alimentos. Puso como ejemplo un licuado que las abuelas suelen utilizar para mejorar las varices, compuesto de piña, apio y perejil. Al analizarla de manera científica, los especialistas vieron que la piña, además de ser una de las principales fuentes de vitamina C, favorece la circulación de la sangre, por lo tanto sí puede ayudar a mejorar la dilatación de las venas.

Además de avalar mediante datos científicos estos saberes populares, los académicos buscaban rescatar estas recetas tradicionales que contribuyen al bienestar y la salud de las personas.

“Es conocimiento popular, quisimos hacer el rescate del conocimiento de los adultos mayores y sus narraciones, no son conocimientos que estén plasmados en textos o documentos, por lo tanto la gente muere o las personas no les dan continuidad y uso, se pierde”, explicó el especialista quien fue académico del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias.

Añadió que evitar esta pérdida de cientos de años acumulados de experiencia y la utilización de los alimentos para aliviar los padecimientos cobra mayor relevancia porque México es uno de los países megadiversos, y es importante que haya evidencia de cómo se usan los recursos naturales para el bienestar.

“Todo se da en México. En territorio mexicano hay cientos de frutas y alimentos que nos pueden dar una mayor calidad de vida y que no tienen otros países más fríos como Alemania, Canadá o los Países Bajos, por eso es una paradoja que seamos el país con mayores índices de obesidad infantil”, recalcó García de Alba, quien publicó un libro con los resultados de la investigación.

Señaló que existe el mito o la mala creencia que el conocimiento popular es menos valioso que el saber científico, sin embargo estos saberes han sido importantes para garantizar la salud y bienestar de las personas desde hace cientos de años.

“Nuestros antepasados y abuelos tenían un conocimiento que es valiosísimo y que debe ser rescatado. La alimentación no sólo es una necesidad básica, sino que además forma parte de un esquema de salud. Los ancestros no los veían solo como alimentos para comer, sino como una manera de tener salud y eso sea perdido, ahora se come por comer, no por aminorar ciertas enfermedades ni por satisfacer los requerimientos nutricionales”, concluyó el universitario.

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