Ahora que de manera forzada han vuelto a circular las líneas de transporte Premier y Tur, ya con un precio rebajado porque no dieron los lujos que antes cobraron sin ofrecerlos, resulta muy grato ver que se han vuelto más amables, más interesados en sus usuarios y, claro, más cuidadosos y menos prepotentes.
Cierto, cargan los camiones de pasajeros hasta el tope, pero siempre lo hicieron. Cuando cobraban su precio de lujo, nunca —o casi nunca— fueron transportes de lujo. Hoy que cobran 7 pesitos en lugar de 12, resulta (al menos el Tur que es el que he tomado recientemente) un lujo, pues el trato es cordial y recogen a todos los apurados viajeros citadinos. Bien por ellos, aunque nos hayan maltratado durante un mes. Fue lamentable, porque la gente tuvo que buscar rutas alternas para ir, por ejemplo, de Plaza del Sol a Tonalá. Ello, al menos en mi experiencia, causó graves mermas económicas, pues la baja de ese servicio me obligó a tomar taxi. De tal manera que el Tur me queda debiendo.
Espero que la disposición actual de buen servicio, amabilidad, siga. Espero que no vayan a ser como esos comerciantes que al comienzo, antes de aclientarse, ofrecen las perlas de la virgen y luego maltratan a los que con su preferencia les hicieron crecer.
