Rostros de mujer

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    Un rostro, dos mujeres, muchas mujeres: la dualidad multifacética del género femenino es una creencia antigua, casi como la humanidad. En el estrabismo de la “Venus” de Botticelli, para citar una de las más famosas, se encierra una tradición milenaria: la de la diosa cuyo culto ya entre los sumerios se asociaba a una “prostitución sagrada” (prostituir, del latín prostituere, etimológicamente significa “erigir delante”): al mismo tiempo Luna y Sol, amor y voluptuosidad por un lado, guerra y matanzas, por el otro. Esta antítesis se puede aplicar a diferentes formas de concebir el ser mujer y de representar su cuerpo, transformadas a lo largo de la historia dependiendo de la época y del lugar.
    La fórmula “Un rostro: dos mujeres, muchas mujeres”, se podría convertir así en “Dos rostros, muchos rostros: la misma mujer”, como la que la fotógrafa Paula Islas retrató en su serie 28/14. Porque a pesar de que la obra se compone de retratos de diez diferentes mujeres inmortalizadas el día 14, el de la ovulación, y el 28, de la menstruación, lo que hay de fondo es la misma transmutación biológica que toda mujer vive cada mes, algo natural que, sin embargo, en muchos casos se vuelve un drama, algo que esconder y del que se evita hablar.
    “Básicamente somos hormonas y cada día somos diferentes, y en el caso de las mujeres es más obvio y más evidente en este ciclo ovulatorio”, dice la fotógrafa, que trabajó cinco años en el periódico Público, y desde 2007 emprendió la aventura de ser freelance. De esta idea nació la exposición 28/14, que se inauguró el 8 de marzo pasado en el Museo Raúl Anguiano (MURA), donde se quedará durante tres meses más.
    La obra consta de 20 fotos de formato mediano en que se documentan los cambios que sufren las mujeres durante el ciclo hormonal. “Se me hizo interesante explorar esta parte y ponerla en imagen, porque de alguna forma es romper un tabú, ponerla sobre la mesa, para hablar de ella de una forma más suelta y más natural”.
    Partiendo del presupuesto de ver las diferencias en el rostro de cada mujer, explica que en el camino se encontró que además de éstas, había otras diferencias culturales que se reflejaban en el atuendo, y que cada mujer iba expresando en los dos distintos periodos. “Hay muchas constantes, hay una manera parecida de enfrentar esos días, detalles que las mujeres podemos identificar mucho más fácilmente. Hay muchas sutilezas que quizás un hombre no logra percibir del todo. Por eso con mis fotos y los textos que las acompañan intento proporcionar las herramientas para generar un diálogo con el espectador”.
    La representación de la mujer ha sido una inquietud constante en el trabajo de Paula, tanto que esa “mujer” que está de fondo en sus fotografías, en muchos casos no es otra más que ella: “Lo que persigo es contar historias que tengan que ver mucho conmigo. Creo que mi trabajo ha estado permeado por el rol femenino, por el interés de saber dónde estoy parada como mujer, en un ejercicio de autorretrato”.
    Tanto que —confiesa con una sonrisa cohibida—, 28/14 comenzó como “Una carta de amor. O de desamor. Eso fue el detonante para ir en busca de entendimiento con los hombres”. Se ríe otra vez y continua: “Esto nunca lo había dicho a nadie. Es una cuestión de género, pero al mismo tiempo una autoafirmación: es un trabajo por el cual yo me veo a través de todas esas mujeres”.
    Con esta serie ganó la 15 edición de la Bienal de Fotografía, organizada por el Centro de la Imagen de la Ciudad de México. La premiación se realizó el martes pasado 12 de marzo, en el Centro Nacional de las Artes, durante la ceremonia de inauguración de la exposición con los trabajos de los dos ganadores y los otros 18 seleccionados.
    El trabajo de Paula oscila entre dos mundos: el documental y la ficción, aun si se siente más cercana a esta última. “Me gusta la foto construida, yo sigo haciendo esto y sigo metiéndome mucho en el proceso de definir la iluminación, el fondo, hacer una dirección en un retrato y muchas construcciones en Photoshop”.
    Pero su objetivo principal es contar historias. En particular, de mujeres: “Hay muchas cosas que reflexionar entorno a la condición femenina, pero más que nada, a propósito de este trabajo y de la determinación biológica, sobre las condiciones laborales. Creo que mi trabajo tiene que ver mucho con esta revolución femenina que logró obtener derechos para algunas mujeres, pero varios años después sigue habiendo muchas interrogantes y muchas desigualdades”.

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