Realidad fragmentada

1377

Quien contemple las fotografías de François Dolmetsch podrá mirar de manera diferente las calles, los sitios que recorremos día a día, y que nos envían una serie de mensajes, pero que por estar en el afán diario o porque se está concentrado en otro tipo de imágenes publicitarias que nos desvían la mirada de espacios que tienen mucho significado, pasamos de largo frente a ellos.

Son las palabras de Gustavo Adolfo Ortiz Serrano, director del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, Colombia, entrevistado por este medio, y quien es el curador de la exposición Palimpsestos tropicales, de Dolmetsch, que estará presente en el MUSA del 26 de febrero y hasta el 3 de abril. En ella, el autor inglés explora el entorno urbano a través de letreros y fachadas como un signo del tiempo. Las viejas fachadas, los letreros gastados, el zinc, el óxido, el abandono y la pobreza muestran aquí su rostro. Sus imágenes se convierten en palimpsestos de ideologías culturales e interacciones socioeconómicas.

El proceso creativo de Dolmetsch —dice Ortiz Serrano—, consiste en que el fotógrafo hace un recorrido por las ciudades, y “como es una persona con una gran sensibilidad, descubre en estos muros y fachadas una serie de elementos”, normalmente no observados. Con estas fotografías que realiza tomándolas con alta resolución y luego montándolas en un ensamblaje digital con dos o tres tomas, horizontales y verticales, “extrae la esencia, los mensajes escondidos. Él busca un sentido estético, y al unirlas resultan en un formato irregular y un poco deformado, que buscan diferentes ángulos para encontrar las texturas de las fachadas”. En el ensamblaje “pule un poco más la imagen, para así formar con ello una nueva realidad”.

Estas fotografías no corresponden a una ciudad en especial. Dolmetsch radica en Colombia, pero también por sus muchos viajes recupera diferentes imágenes de diversos lugares. Así, muchas piezas son de Bogotá, Cartagena y Cali, pero también de La Habana, Estambul, Londres, Chiapas. Lo que importa es mostrar que en cualquier parte “se puede encontrar ese lenguaje visual, común, y extraer de los muros un nuevo significado”.

La necesidad de Dolmetsch de hacer este trabajo surge porque desde su formación como fotógrafo “trata de hacer una serie de homenajes indirectos que no son literales, pero que a través de ciertas sutilezas podrían haber estado inspirados en Joan Miró o Pablo Picasso”.

El nombre de la exposición se hizo pensando en los palimpsestos medievales, donde los manuscritos en pieles eran reusados, poniendo capa sobre capa de textos, pero que al final, aunque lo más antiguo fuera supuestamente borrado, su presencia continuaba junto con lo más nuevo.

Con la fotografía digital, en esta realidad de los muros, “hay pedazos que se hacen visibles y que en algún momento estuvieron cubiertos. Se puede notar cómo la luz decolora y afecta las fachadas y los papeles pegados ahí y se trasluce lo que hay detrás. Es una simultaneidad donde todas las cosas llegan a un presente pero tienen su identidad propia”, y se convierte en un palimpsesto contemporáneo mediante lo fotográfico.

Dolmetsch, quien nació en 1940 en Haslemere, Inglaterra, tuvo una formación como fotógrafo tradicional, análogo, que comenzó a desarrollar en los años cincuenta, y luego se mudaría a vivir a Colombia en los sesenta. Pero a partir del año 2000 hizo la transición hacia lo digital. “Muchos de sus negativos los digitalizó, porque tiene una gran obra en blanco y negro, que fue su momento inicial, tanto en Inglaterra como en Colombia. Hizo los primeros desnudos de afrodescendientes, cuando antes el desnudo era tabú en Colombia. Luego siguió con una fotografía más antropológica, retratando lo típico de las regiones, las casas, los bares, la vida cotidiana de los pescadores, el puerto de Buenaventura, los cultivos de azúcar en el Valle del Cauca, talleres de orfebres y de mecánica. Era la tendencia del socialismo realista de los años cincuenta y sesenta. A partir de los setenta hace una introspección hacia lo creativo utilizando caracoles y plantas, porque es un aficionado a la botánica, hasta llegar a la etapa de los muros”.

El antecedente de Palimpsestos tropicales fue una exposición en 2011 llamada Fachadas, con imágenes de varios sitios del mundo, que era una fotografía tradicional rectangular, hasta evolucionar al proceso actual que mezcla más las imágenes con el formato horizontal y vertical, que es novedoso y le aporta al campo fotográfico. La exposición bajo este concepto puede seguir creciendo, porque “tiene un material muy grande, y su trabajo es una veta” que sigue evolucionando.

Las pretensiones de Dolmetsch “abren un camino en la fotografía de hoy. Aunque es una persona de setenta y cinco años, su obra parece la de un muchacho de veinticinco. Tiene un sentido muy joven, directo y fresco, nada acartonado. Tiene maestría en la selección del color, las formas y los encuadres. Y construye la imagen a partir de fragmentos”.

Dolmetsch, además de ser fotógrafo, practica la jardinería botánica, pero también es director de orquesta. Su padre y su abuelo son reconocidos por ser pioneros en el resurgimiento de la Música Antigua. Sobre si esto ha incidido en su obra, Ortiz Serrano dice que “hay un ritmo musical en muchas de sus composiciones fotográficas. Del otro lado, de la parte cromática, uno ve toda la esencia que puede encontrar en un jardín con todo el color de la naturaleza, que trata de plasmar en los muros. No es una porción geométrica cerrada. Si se tomara un acercamiento a cualquier elemento vegetal, se verían similares texturas. Tiene lo macro y lo micro, y el sentido musical de la armonía y la composición, que está de fondo y es la estructura que sostiene su trabajo fotográfico”.

Ortiz Serrano dice que en las piezas de la exposición hay algunas que resumen más el trabajo de Dolmetsch, pero el público debe descubrir con cuál se identifica más, porque los títulos de ellas “invitan a pensar, no son literales. Pero tomando el ejemplo de una de ellas, llamada ‘Agenda fragmentada’, sirve para mostrar —continúa Ortiz Serrano— que las relaciones entre lo político, lo social y lo artístico se viven en una realidad contemporánea de fragmentación, multiplicidad y diversidad de lecturas, que se observan simultáneamente en la imagen.

Artículo anteriorLista la 31 edición del FICG
Artículo siguienteDel Facebook y la “vida real”