Querido planeta

    1128

    Este calor que permites que nos azote, realmente es ya castigo excesivo. Nadie duda por acá sobre el calentamiento global: no necesitas probar tu punto. No obstante, considero que quien tiene que cambiar eres tú, no yo.

    Verás, yo nada puedo hacer sobre las emisiones tóxicas de millones. Tú y yo sabemos que lo que se dice que he de hacer tiene poco impacto. Con platos de unicel es como me entregan mi comida: yo no los pido; y el popote viene ya puesto. Le cierro siempre a la llave, pero gotea.

    El cigarro es ya un vicio, y no hay cenicero cerca para tirar las colillas. Trabajar con hojas recicladas implica recolectarlas primero, y así como la separación de basura, no tengo tiempo para ello. Además, los del camión la terminan mezclando igual: ¿para qué me esfuerzo? Si tú supieras lo molesto, sucio e impuntual que es el transporte público, ni se te ocurriría pedir que lo tome. La bicicleta, pfff, ¡me aplastan! Ni hay cultura, ¿así cómo?

    De modo que, encomiéndate a un avance tecnológico, porque no es que no quiera ayudarte, es que no tengo cómo.

    Atentamente, tu empedernidamente mediocre habitante.

    Artículo anteriorAgentes de cambio para la transparencia
    Artículo siguienteLa violencia: ¿“percepción” o tremenda realidad?