Profesionales y de segunda

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Contar con un posgrado, dedicarse a la investigación o la docencia no es impedimento para que las mujeres vivan la inequidad y discriminación. La ceguera de género está presente en las instituciones de educación, coincidieron académicas.
Durante el I Foro equidad, género y trabajo en las universidades, la investigadora de la UdeG, Rita Chávez Gutiérrez, dijo que en este ámbito institucional prevalece la idea de que las labores femeninas carecen de valor en el mercado.
Las mujeres profesionales, dijo, viven en constante disyuntiva entre la realización personal (entendida como la conformación y el cuidado de una familia) y la consolidación de una carrera.
Explicó que hay féminas que postergan la formación de una familia en pos de su realización profesional, las que aplazan esta última hasta que los hijos ya no las necesitan, las que prefieren dejarlo todo y dedicarse al hogar o las que tienen “la fortuna de combinar ambos intereses”.
En cualquiera de los casos, “el hombre es el ganón. Casarse con una mujer profesional es un buen negocio para cualquiera de ellos, pues al tener quien cuide de la casa y los hijos, y además sea coproveedora, él puede vivir su realización profesional, hacerse de ahorros y un patrimonio, consolidar su matrimonio, ser jefe de familia y ejercer el poder y control económico”.
Además de la lucha familiar, en el ámbito laboral las mujeres profesionales tienen condiciones desfavorables. Deben ser más responsables, creativas, preparadas y estar en constante actualización para sobrevivir a la competencia con los hombres, “que no tienen que cuidar a los hijos ni acudir a juntas de la escuela, porque tienen quien lo haga”.
Esta desigualdad laboral es evidente también en el ámbito de la ciencia, consideró la académica de la Universidad Lamar, Eva Esther Avelar, quien realiza entrevistas a las académicas, tanto de esa institución como de la UdeG y la UNAM.
Uno de los resultados hasta ahora es que existen más obstáculos para entregar plazas de profesor investigador a mujeres que a hombres, a pesar de que tienen los mismos méritos. “Existe un androcentrismo científico y tecnológico, pues las mujeres dedican el mismo tiempo al trabajo en la ciencia, pero tienen menos reconocimiento”.

Un modelo de equidad
Al igual que un ISO 9000, las empresas y organismos públicos pueden certificarse como instituciones en las que se practica la equidad de género. De esta manera dan “un plus” no sólo a sus empleados, sino a quienes usan sus bienes y servicios.
Impulsado por el Instituto Nacional de las Mujeres, el Modelo de equidad de género ha sido adoptado por 37 organismos públicos y privados. El Instituto Jalisciense de las Mujeres (IJM) está en el proceso de aplicación, además de promoverlo entre las instituciones de la entidad, explicó la coordinadora de Planeación, evaluación y seguimiento de dicho instituto, Socorro Pérez Aguilar.
Durante su participación en el foro de equidad y género, Pérez Aguilar explicó que el modelo pretende fomentar prácticas laborales en las que no exista diferenciación entre hombres y mujeres, en aspectos como reclutamiento, capacitación, remuneración, desarrollo profesional y prevención del hostigamiento sexual.
Es necesario que la empresa tenga interés y se comprometa a ofrecer condiciones equitativas en sus políticas y prácticas internas. A partir de eso, el IJM realiza un diagnóstico de la situación del organismo mediante encuestas, capacita a directivos, desarrolla políticas y objetivos institucionales que favorezcan la igualdad, elabora procedimientos, manuales y códigos de conducta sobre el tema, a fin de implementar el modelo.
Al igual que una certificación ISO, el IJM y el Instituto de calidad, de la Secretaría de Promoción Económica, realizan auditorías y recomendaciones, a fin de promover acciones correctivas para lograr la certificación.
Las autoridades del IJM estatal esperan que para 2008 el modelo sea adoptado en secretarías, institutos y organismos públicos no descentralizados en la entidad y en empresas privadas.

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