Por eso insisto

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Como parte de las actividades de la Cátedra Julio Cortázar, la escritora Cristina Rivera Garza impartió un seminario a asistentes y estudiantes, en el que amplió algunos de los conceptos respecto a la escritura que ella denomina “comunalista”: “Una escritura conectada a otros y una escritura conectada sobre todo a su comunidad”.

Antes de comenzar con el seminario titulado “Escrituras comunalistas hoy: escuchar, investigar, atender, ir hacia allá”,  Cristina Rivera Garza hizo una advertencia: “Todo lo que voy a decir va a tener sentido si estamos dispuestos a creer que la escritura no es nada más, o no es únicamente, el resultado de una inspiración misteriosa, si todavía estamos atrapados con el estereotipo del escritor genial que produce una obra gracias a una conexión extraña e inexplicable con fuerzas misteriosas, todo lo que voy a decir no va a tener ningún sentido para ustedes. Tienen que estar dispuestos a creer que la escritura es un trabajo ––no un empleo–– como muchos trabajos que conforman la manera en la que producimos y reproducimos nuestro mundo y sociedad”.

Propuso cuatro textos para ilustrar este contenido. En primer lugar Antígona González (2010) de Sara Uribe, un texto que cuenta una historia que son varias historias. Revisó Bulgaria-Mexicalli en donde el autor, Gerardo Arana, yuxtapone mapas y problemáticas entre Bulgaria y México y crea textos a partir de intervenir y, por lo tanto, profundizar en la lectura, de la Suave Patria de López Velarde. El drama de los lavaplatos de Eugenio Tizelli, en que el creador realizó poesía a partir de un algoritmo en el que la página web Lazarus, basado un sólo texto llamado Semilla, traduce y vuelve a traducir los versos para crear poemas siempre nuevos.

Al final, se estudiaron algunos de los versos de una de las últimas publicaciones de Cristina Rivera, La imaginación pública (Sur+, 2015), en el que propone la combinación de textos y la desapropiación de párrafos enteros de Wikipedia.

Todos los textos tienen varias cosas en común: desafían la percepción tradicional de la literatura, “en la que el autor produce textos para publicarlos y vender libros”: todos los textos tienen acceso libre a través de internet y proponen una escritura que se cuestiona la historia, los conceptos básicos y, a través de sus propias estrategias, “crea presente”. Es preguntarse “qué hacen estas otras escrituras que pueden o no publicarse, que pueden encarnar en conversaciones, qué hacen para ampliar esta forma de estar con los otros”.

Rivera Garza ha abordado con mucha frecuencia estos mecanismos contemporáneos en que el creador está en constante problematización pero, al mismo tiempo, en contacto directo con todo lo que le rodea y con todo lo que le preocupa.

“La intención de muchas de estas ideas tiene que ver con la posibilidad de subvertir jerarquías a partir de las herramientas que nosotros utilizamos. Esos libros, de muchas maneras, terminaron cambiando nuestras vidas, transformaron el presente y la manera en que nos relacionamos con los otros, en el tipo de país, el tipo de comunidad que fuimos después componiendo con esas ideas hechas materia”.

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