Petrograbados prehispánicos la historia olvidada

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Durante siglos fungieron como retratos de la cotidianidad de los pueblos antiguos, como elementos para contar historias míticas e incluso como mapas. Se trata de los petrograbados, piezas invaluables que la arqueología ha menospreciado pese a ser abundantes en el territorio jalisciense.

Así lo refiere Érick González Rizo, docente de la Escuela Preparatoria 20, quien después de tres años de trabajar junto con su equipo de investigación, presentó Cuando las piedras hablan. Un catálogo de las manifestaciones rupestres del centro de Jalisco.

Este libro documenta, en su mayoría, piezas representativas que datan de entre los años 500 y 1500 después de Cristo, producto de la ocupación de tribus prehispánicas, aunque también incluye obras prehistóricas.

La investigación registró 30 sitios que aglomeran cerca de 100 piezas a lo largo de la Ribera de Chapala, la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) y poblados de las regiones Ciénega, Valles y Sierra Occidental.

“El Centro de Jalisco está en medio de dos regiones en las que se conoce la presencia de petroglifos, que es la de Mascota y los Altos. En la ZMG registramos once piezas, la más grande es La Rosetta, en San Agustín, Tlajomulco. También está la única pintura rupestre en la frontera entre Guadalajara y Zapopan, llamada El músico, en las confluencias de los ríos Atemajac y San Juan de Dios”, compartió.

Dijo que Tlajomulco de Zúñiga y la Barranca de Huentitán cuentan con la mayor cantidad de petrograbados en la ZMG; sin embargo, en ésta última no han sido registrados del todo por lo difícil del acceso.

“En la ribera de Chapala hay un subregistro, es difícil saber cuántos petrograbados hay realmente, pero sólo en la zona de Poncitlán y Ocotlán, De la Cerda hablaba de 30 sitios, nosotros hemos registrado 16. En Mezcala también se cuenta con la pintura rupestre de La familia, que data de la prehistoria”.

Señaló que la ribera norte de Chapala es donde hay mayor cantidad de sitios con obras rupestre en Jalisco, aunque el con más petrograbados es La Luz, en Jesús María, donde el arqueólogo Rodrigo Esparza registró en un solo sitio más de 900.

Este catálogo complementa las investigaciones de Juan Alfredo Morales del Río, académico del Centro Universitario de la Ciénega (CUCiénega), quien en 2003 editó el libro Petroglifos de la Ciénega.

“Morales del Río hizo un trabajo más general, de ahí nació el interés de hacer este trabajo, pues nos llamó la atención la complejidad de los sitios que él registró en la zona de Ocotlán, Cuitzeo y Mezcala de la Asunción. Con el catálogo pudimos aportar un contexto más claro de los emplazamientos, de los sitios, su complejidad y la información iconográfica”.

El académico dijo que “Estos sitios no son tan citados en la literatura arqueológica, resultan ser los mal queridos de la arqueología de México, pues muchas veces lo que se busca es la pirámide”.

El catálogo incluye, además, cómics creados por estudiantes de la Preparatoria 20, relativos a historias indígenas que abonan al contexto cultural.

Este trabajo se logró gracias al apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de la Secretaría de Cultura. La presentación de la obra se realizó la noche del lunes 18 de junio, en el Museo de la Ciudad de Guadalajara.

Los 500 ejemplares del catálogo pueden conseguirse en librerías del Centro de Guadalajara, como Logos, Itaca, Guadalajara y Cervantes. Para más información se pueden contactar en https://www.facebook.com/XalixcoAC/

Fuera del radar de la autoridades
En junio de 2017, La gaceta de la Universidad de Guadalajara dio a conocer que habitantes de Mezcala denunciaron que varios petrograbados habían sido vandalizados. Tal es el caso de La tortuga, una gran piedra ubicada a un costado de la carretera de la ribera norte del Lago de Chapala.

En la publicación, Rocío Martínez Moreno, investigadora del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), señaló que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no contemplaba un plan de protección de los petrograbados, pese a que el Comisariado de Bienes Comunales de Mezcala había interpuesto, ante esta instancia, una denuncia de los rayones identificados en dichas obras.

Al respecto, González Rizo refirió que el INAH tiene problemas operativos por la cuestión presupuestal para atender a miles de sitios en Jalisco.

“Estos sitios, como no son tan visibles, son difíciles de atender. Tenemos que empezar a trabajar con autoridades municipales. Rescatar estas piedras como áreas naturales o parques recreativos sería una buena alternativa para mucha de ellas porque no todas son monumentales”, recalcó.

Dijo que lo primero que se debe de hacer es un registro de las obras, conocer cuáles pueden pertenecer al listado del patrimonio cultural estatal y después diseñar estrategias para su protección.

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