Palabras para un mundo mejor

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Al tomar la tribuna para dirigirse a más de dos millones de sus compatriotas el pasado 20 de enero, Barack Obama puso en el centro de la atención algo más que la histórica presencia de un afroamericano al frente del gobierno más poderoso del mundo. Obama colocó, después de ocho años de desatención, al lenguaje y la palabra como ejes del accionar de un movimiento político. Colocándolos en el centro de una ceremonia republicana, que en palabras del editorialista George Will, del diario Washington Post, se convirtió “en un ejercicio de psicoterapia para una nación que sufre una crisis de confianza”.
Para salon.com, uno de los sitios más influyentes de análisis político, Obama se impuso un alto estándar para su discurso de toma de protesta desde que en 2004 fuera orador en la Convención Nacional Demócrata; para Josh Gottheimer, escritor de los discursos de Bill Clinton, es imposible escribir pensando en el momento histórico. “Lo que uno escribe no hace historia, la historia hace al discurso”, dijo Gottheimer días antes del discurso inaugural del nuevo presidente.
Mientras que para Obama su biografía representó el pivote principal de un discurso que articulaba un proyecto político en torno a la diversidad de su país, ese año el discurso de Bush, quien resultó reelecto, apeló a la unidad acrítica en un momento histórico que sacrificó la transparencia y la rendición de cuentas ante la “guerra contra el terrorismo”.
Una muestra de la capacidad dialectica del ahora ex presidente George W. Bush: “No es la contaminación la que amenaza el medio ambiente, sino la impureza del aire y del agua”. En contraparte Barack Obama es un hombre de palabras, tal como lo señaló a la Radio Pública Nacional de Estados Unidos, el editor Jonathan Burnham: “Él se interesa profundamente en los efectos de las palabras tanto en su auditorio como en sus lectores. Es claro que él lee no sólo por entretenimiento, sino para estimular cualesquiera dotes que lo hacen el increíble orador que es”.
La participación de la poetisa Elizabeth Alexander en la toma de protesta también señaló la importancia de las palabras para construir relaciones sociales, tan necesarias en época de crisis. En su poema “Alabanza del día”, Alexander dice: “Nos encontramos unos a otros en las palabras / palabras espinosas o suaves / susurradas o declamadas / palabras para considerar / reconsiderar / cruzamos veredas polvorientas y autopistas marcadas por la voluntad de alguien y de los otros / que dicen: necesito ver qué hay del otro lado”.
El discurso de Obama llamó la atención del Premio Nobel de literatura José Saramago, ateo y militante de una izquierda liberal, el portugués apunta sobre la retórica del nuevo inquilino de la Casa Blanca: “Barack Obama, en su discurso, nos dio razones para que no dejemos que se abuse de nosotros. El mundo puede ser mejor que ese otro al que parecíamos estar condenados”.
Obama gusta de citar las palabras de los fundadores de Estados Unidos, una retórica enraizada en el correcto uso de la lengua inglesa, veremos si su ejercicio al frente del gobierno es tan prolijo como su uso de la palabra.

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