Paisajes después del viaje

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El Museo de las Artes (Musa) de la Universidad de Guadalajara es el espacio donde la artista plástica Renata Petersen despliega su creatividad durante un mes (del 5 de julio hasta el 5 de agosto), para elaborar obras con las cuales posteriormente será montada la exposición Topografía de una conversación, del 18 de agosto hasta el 18 de septiembre.

La artista residente manifestó su intención de suscitar un encuentro con los visitantes del museo y sentarse a platicar con ellos tomando como base los rastros de comida (como manchas) que quedan en un mantel que usará como si fueran huellas de ese momento específico y, después, de manera similar a como hacen los topógrafos, traducir un paisaje tridimensional a un lenguaje bidimensional, con grafito.

Situará a la comida y al comedor como un momento y espacio cotidianos en los que, aún entre desconocidos, es posible motivar la convivencia y la conversación.

La idea le surgió a raíz de la necesidad de rescatar la experiencia como un método y una forma de arte. “Estamos muy acostumbrados a vivir las experiencias a través de los otros. Esta es una oportunidad para compartir la mía y aprender de otros”.

Entre las obras que planea exponer Petersen se encuentra la intervención de una pared haciendo uso de los mismos utensilios para crear una instalación. No hay un límite o un orden establecido de antemano para la producción de la artista. El número de piezas serán resultado de su inspiración y el grado de elaboración.

Su vocación artística surgió desde niña como una necesidad latente, la cual no dejó escapar. “No me acuerdo de algún día en que no me haya interesado la pintura, la gráfica o el arte. Luego, cuando tenía quince o dieciséis años entré a trabajar como aprendiz en el taller de Waldo Saavedra. Duré ahí dos años. Ese artista es como un segundo padre para mí. Con él aprendí disciplina, a hacer las cosas bien y la importancia del romanticismo en el arte. Es decir encontrar metáforas y figuras de lenguaje en la cotidianidad y traducirlas”.

Renata Petersen nació en Guadalajara en 1993. En el verano de 2012 viajó a Florencia donde estudió técnicas antiguas, historia del arte, escultura en mármol y moldeado en la Accademia d’arte di Firenze. En esta misma ciudad tomó un curso de grabado en la Fondazione Il Bisonte per lo studio dell’arte y participó en la exposición colectiva Volti del cinema. Esa no fue la primera vez que estuvo en Europa. Su madre, antropóloga de profesión, llevó consigo a su hija en algunos viajes de trabajo. Fue así como Renata tuvo la oportunidad de conocer otros países de dicho continente, y también Marruecos, en África; el sudeste asiático, Perú, Cuba, Guatemala y Puerto Rico, en América Latina. Los viajes marcaron su vida. Confiesa: “En mi formación, viajar ha sido muy importante, ya que tuve la oportunidad de conocer el arte de otras culturas. Por otro lado, aprender historia del arte es también vital para poder partir de lo ya hecho al hacer creaciones propias y no caer en la ingenuidad”.

Para Renata Petersen, un artista a lo mejor puede aspirar a ser original, pero es muy difícil. “Se puede contribuir con una nueva visión de la propia contemporaneidad, pero es complicado que hoy alguien pueda aportar algo absolutamente nuevo”.

Como artista cultiva pintura, gráfica, dibujo, fotografía, video, instalación y escultura. Algunas de sus influencias son del arte conceptual, el relacional, y se ubica como una contemporánea. Actualmente estudia en la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, en la Ciudad de México. Su primera exposición individual se tituló Osteoporosis, paisajes de la decadencia, y fue montada en la Galería Javier Arévalo, en Zapopan.

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