Olga Harmony

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Hablar con sus bisnietos por Skype, ignorar a sus amigos snobs y no privarse del placer de leer la trilogía policiaca de Stieg Larsson… y sobre todo ver mucho teatro, son las actividades que llenan los días de Olga Harmony, una mujer enamorada y comprometida con el escenario.
Luego de la ceremonia de inauguración de la XXXI Muestra Nacional de Teatro, en el Degollado, en la que recibiera la medalla Xavier Villaurrutia, Harmony asegura sentirse profundamente agradecida. El cabello blanco y los pasos lentos contrastan con la recia personalidad de esta mujer que representa la memoria y los ojos críticos del quehacer teatral en México.

La crítica como creación
Para muchos la crítica viaja de la oficialización de proyectos a la venganza de agravios. Sin embargo, el oficio requiere serios conocimientos sobre el arte y solidez en la formación de quienes la ejercen. Para Harmony la crítica “puede y debe ser creativa. Se trata de repensar el fenómeno escénico, reflexionarlo y aventurarse a la creación de lo que ocurrió y se compartió en una sala con argumentos que sólo pueden partir del conocimiento. Si queremos un teatro más propositivo y arriesgado, la crítica no debe ser medrosa. Esa idiotez de creer que los críticos éramos creadores frustrados, se acabó, como también se ha dado fin al duelo absurdo entre director y autor. ‘No hay mejor autor que el dramaturgo muerto’, decía Tavira, o ‘no le toquen una coma a mi texto’, pedía Carballido. Eso ha terminado. Es curioso cómo ahora, con bastón y tantos años, recibo aplausos de quienes hace 20 años me hubiesen arrojado jitomates. Me da gusto el cambio de pensamiento. Los teatristas son un gremio que siempre me atrae y ahora ven a la crítica desde otra perspectiva”.

Teatro mexicano
Harmony nació y creció en la Ciudad de México, en donde vive y observa el paso y transformación de un fenómeno artístico en muchos sentidos marginado. “En México el teatro está visto como entretenimiento, no como arte. Es penoso cómo hasta en el Instituto de Investigaciones Estéticas, de la UNAM, siempre se habla de artes plásticas, para referirse al arte. En su pensamiento el teatro está al margen. Yo he visto demasiadas cosas. Soy suficientemente vieja y he vivido el asombro con el teatro de Seki Sano, por ejemplo. Sergio Mendoza y Emilio Carballido fueron mis compañeros en la facultad, cuando ni siquiera existía Ciudad Universitaria. Todos escribíamos teatro, estábamos enfermos de él. Desde entonces comencé a coquetear con esta actividad. Conservo aún una crítica que le hice a Carballido en una revista antiquísima, en la que por cierto salió muy bien librado. Luego de muchos años entré a Excélsior como crítica de teatro. Pasé así a la televisión y volví a la prensa escrita. Desde entonces no dejo de ver y pensar el teatro.
”Igual que la república, el teatro mexicano es muy desigual. Si bien hay mucho centralismo y muchos grupos tienen pocos parámetros, no justifico la ignorancia, la debilidad en la formación, el amateurismo que tanto daño hace al teatro. Cuando veo algo mal hecho, me dan ganas de dar bastonazos. En esta edición de la Muestra no termino de entender porqué del nombre Paradigmas y desplazamientos. Nuestro teatro hace mucho que no propone, que no marca una línea real de movimiento. Ese título es absolutamente exagerado. Todo lo que he visto está lejos de marcar paradigma alguno.

Compañía Nacional de Teatro
Con Luis de Tavira a la cabeza, la Compañía Nacional ha sido muy polémica dentro del gremio. Para Harmony “debe existir una compañía nacional, sin duda. En general la estructura de la compañía me gusta, me parece que le dio un respiro a gente que no tenía medios de subsistencia reales y algunos de los trabajos presentados tienen mucho valor. Creo que estos ataques son arrebatos contra una persona que no es querida. Sin embargo, reconozco que Tavira ha cometido errores que han alimentado la campaña de desprestigio con la que comenzó su trabajo”.
Olga sonríe, le emociona hablar de teatro. Guarda la esperanza de que el escenario mexicano nuevamente le asombre. “Gozo mucho mi trabajo, ¿cuántos tienen por oficio la posibilidad constante del deslumbramiento?”.

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