Narrativas para esperar lo inesperado

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La Cátedra Julio Cortázar llega a su vigésima edición, analizando los más actuales fenómenos narrativos no sólo latinoamericanos sino mundiales, en una época de cambios o, mejor dicho, en “un cambio de época” como apunta Sergio Missana, novelista y periodista chileno a cargo de la conferencia magistral “Emergencias Narrativas”, presentada por el profesor-investigador del Departamento de Letras del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), José Reyes González.

El académico chileno, aborda desde diversas perspectivas literarias, aunque también históricas, filosóficas y socioculturales las más recientes expresiones narrativas que parecen escapar a una clara noción de género, creando “un movimiento único y no explícito con un deliberado carácter no artístico, aparentemente no procesado, sin filtro, sin censura y no profesional”. Desde esta concepción, la tecnología y nuevas formas de expresión a partir de las redes sociales están orillando a la literatura del siglo XXI a pasar por fuertes y vívidos retos.

Para el autor de El discípulo (2014), este movimiento involuntario y con apariencia de espontaneidad, aunque de tendencia global, se erige como una nueva modalidad de literatura que más que representar un estilo o una variante, se presenta como un enfoque de actualidad que permea las diversas fronteras de lo literario. Guarda, además, una estrecha relación “con movimientos cinematográficos del cine independiente norteamericano caracterizado por un enfoque anti-narrativo, por armar historias que deliberadamente no van a ninguna parte” y que han dado lugar a la creación de novelas como Hijo de Jesús, de Denis Johnson.

Entre reflexiones sobre el problema de la autoridad acerca de lo que debe ser contado y lo que queda omitido por el olvido, como sucede con la historia —una noción que encuentra su origen desde los textos bíblicos— y la facultad de autoridad autosustentada de la literatura, Missana destaca “el principio de consenso que  implica una concepción de la identidad como pertenencia a un grupo con reivindicaciones necesariamente políticas”, afirmando así la importancia tanto autobiográfica como histórica de la literatura actual.

Estas emergencias que hacen variar los cánones de lo conocido abriendo nuevas grietas en la literatura sobre lo que debe ser contado, pone de manifiesto, —como apuntaba Borges en el ensayo Del culto a los libros—, la confusión existente entre contenido y recipiente que hace que los libros y la misma literatura pasen de ser medios a convertirse en sí mismos.

“El énfasis excesivo en los soportes en detrimento de aquello que canalizan” apunta Missana “puede explicarse en virtud del prestigio social de ciertas formas de creatividad y a una regular tendencia a sobrevalorar la propia vocación”.

Ante un planteamiento que se rige por un principio de incertidumbre, que acepta entre lo emergente y lo dominante una pérdida, no queda más que formularnos la pregunta con la que el autor cierra una charla que acaba de inaugurar el paso a la discusión: “¿Qué tenemos que esperar de las narrativas emergentes? Bien, sólo cabe esperar lo inesperado”.

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