Memorias del viento

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La oscuridad se rompe para hacer aparecer una jaula vacía. Un ave dejó su cautiverio y la encontraremos una vez abierto el telón y roto el silencio. Así inicia la obra de danza y música experimental Memorias del viento, creación de la compañía Pájaro de nube que se presentó dentro del marco del ENAZ 2014 (Encuentro Artístico Zapopan), en el auditorio del Museo de las Artes de Zapopan.

Con la intención de celebrar los diez años de existencia de la compañía, Beatriz Cruz, Marcos García y Elizabeth Mercado se dieron a la tarea de crear un nuevo espectáculo después de la pieza Piedras de agua, con la que consiguieron viajar a múltiples plazas nacionales e internacionales. Sin embargo, fue el mismo éxito de Piedras de agua el que interrumpió el proceso creativo de Memorias del Viento, que luego de dos años de trabajo,  finalmente se muestra al público en su versión de work in progress.

Las alas, esa obsesión
Beatriz Cruz es el corazón de la compañía que con su apuesta coreográfica fue dando vida a las seis escenas que conforman la obra y que de muchas maneras recuperan la historia de la agrupación al integrar personajes que nacieron a lo largo de sus creaciones.  El ave es nuevamente una figura central en este espectáculo. Los seres alados que interpretan Cruz y Mercado, con movimientos nerviosos y cortos como el espacio de una jaula, son los encargados de contar una historia que se sigue tejiendo, que continúa abierta y buscando caminos expresivos. Dos pájaros es la apropiación de una coreografía creada en el año 2000 por la conocida bailarina Lola Lince y que en varias ocasiones Cruz tuvo la oportunidad de interpretar. Ahora Pájaro de nube la integra en este sueño poético que conforma las Memorias del viento en una interpretación que les permite —dentro del lenguaje de la danza butoh— disertar sobre el encierro del ave, su posible escapatoria y el sueño eterno.

La estética, que ya es posible identificar con la firma de esta compañía, se mantiene. La paleta de colores crudos, naturales y terrestres que apareciera desde la pieza Luz de niebla viste a los dos seres alados que van marcando un rastro aéreo en la evocación y terrestre en los planos de ejecución y movimiento. Destaca la escena que titulan “El amanecer”, y que supone una clara ruptura con el lenguaje y sentido de los personajes alados. En ella Cruz y Mercado manipulan un hermoso títere-niña a quien las bailarinas prestan sus cuerpos para describir el amanecer, la infancia, una especie de consciencia de la propia existencia de forma lúdica y a la vez misteriosa. Para esta pieza contaron con la asesoría de Miguel Ángel Gutiérrez, director de la compañía de títeres Luna Morena. Si bien el programa de mano presenta al personaje de la vieja como el hilo conductor de esta obra, ésta aparece en la parte final y no consigue armar la dramaturgia de esta serie de imágenes, que si bien son poderosas, requieren aún de un hilado narrativo que afine el sentido de lo que la compañía describe en su texto.

Memorias del viento, ¿teatro del cuerpo?, ¿danza experimental? Si bien para los programadores, las creaciones de Pájaro de Nube siguen debatiéndose en la delgada e interesante línea que divide y une a la vez el teatro del cuerpo con la danza, para Cruz, García y Mercado la investigación continúa en el espacio en el que sonido y movimiento se unen hasta hacerlos comulgar.

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