María Cristina Preciado

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Un niño y una niña reflexionan acerca de las relaciones humanas y de las ataduras que las van complicando. Un globo azul es el hilo que los ayuda a buscar cómo ser libres junto a los otros, todo en medio de un paisaje barcelonesco con guiños a obras como Alicia en el país de las maravillas y El principito.

La historia de Lazos, un libro infantil de la escritora y académica María Cristina Preciado (que fue ilustrado por el dibujante español Pitu Álvarez), puede gustar por igual a niños y grandes por su mensaje de amor a la vida y a los demás. El cuento fue escrito por la autora — académica del Departamento de Letras y de la Licenciatura en Escritura Creativa, del CUCSH— como parte del doctorado en humanidades de la Universitat Pompeu Fabra y es publicado por la editorial colimense Puerta Abierta Editores.

¿Qué te motivó a escribir la historia?
No soy de las personas que habla del yo poético, la verdad es que es literalmente una historia de vida, es personal y como me gusta decirlo —en un homenaje a Antoine de Saint-Exupéry— creo que las grandes obras a veces para hablar de grandes temas las podemos dirigir como si fueran para un niño. Aunque en la vertiente directa esta es una historia de amor, me gustó la manera de entender las formas de relaciones que establecemos en la vida.

¿Qué tan difícil es escribir una historia para niños?

No me costó trabajo, sobre todo porque hubo una complementación muy bonita con Pitu Álvarez que siempre se ajustaba un poquito a mis caprichos, él estaba acostumbrados a ser freelance y que le dijeran qué hacer, pero ambos discutimos cómo queríamos que se viera el niño o cómo proyectar alguna cosa. La intención básica como manifiesto en Lazos —que es un homenaje a mi mamá—, es que haya lo que en la teoría de la imagen se llama  “libro álbum” es decir, la imagen te dice una cosa que el texto no explica y el texto te dice una cosa que la imagen complementa. En ningún momento hay un sentido servil de una imagen que acompaña al texto, sino que cada uno tiene sus propios discursos.

¿Cómo fue el proceso de ilustración con Pitu Álvarez?
Fue un trabajo de ambos, lo primero es que en el libro se nota la textura del lienzo original sobre el que hubo un trabajo de acuarela-crayola que después se pasó a Photoshop, pero es un trabajo artesanal, que se nota porque hay textos visuales que maduraron con el tiempo y los más recientes fueron trabajados como ilustración como tal. Él es un fan de Alicia en el país de las maravillas y hay referencias que tuvimos que pulir incluso a distancia, porque yo ya había vuelto a México y, entre video e imágenes, lo perfeccionamos. Este es un homenaje de ambos a Barcelona que se nota en algunas ilustraciones.

 

¿Es posible que una historia sea contundente con la economía del lenguaje que pretendes?
En un sentido muy básico de humildad debe haber mucha corrección, para Cortázar corregir era quitar y jamás poner, y en el ámbito de la literatura infantil lo más hermoso es que hay un juego con las palabras y las imágenes.

¿Cómo lograste encontrar una editorial que publicara el libro?
En eso es algo que quiero enfatizar: que siempre nos venden la imagen de Barcelona como paraíso editorial y aunque Pitu estaba totalmente contactado, nunca hallamos un editor y estamos hablando que en Barcelona se trabaja con muchos editores independientes, incluso el típico que te dice que tú financies el libro. Aquí fue bonito porque una alumna nos ayudó a contactar a una editorial bastante joven de Colima y fue muy lindo como a Miguel Uribe (el director) le mandé el trabajo y aceptó y así fue como salió. Como experiencia puedo decir que el mundo editorial en México no está mal, a pesar de lo que se dice.

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