Manuel Teil

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La labor del director de casting ha venido tomando fuerza en los últimos diez años en México, “por fortuna o por justicia”, suelta Manuel Teil, barcelonés quien ha sido elegido recientemente como miembro de la Academia de Hollywood y ha trabajado en diferentes películas de Alejandro González Iñárritu.

El que fue director de casting de la trilogía de Amores perros (2000), 21 Gramos (2003) y Babel (2006), inauguró el Ciclo de Cine del Centro Universitario de los Altos, de la Universidad de Guadalajara, con la proyección de dos clásicos: Psicosis (1960) y El ladrón de bicicletas (1948).

Teil es originario de Barcelona, España, pero tiene treinta años viviendo en México. Durante su visita, compartió comentarios con los estudiantes sobre sus experiencias en el mundo del séptimo arte y les dijo tajantemente: “Hollywood no es la meca del cine, coma, ¡Hollywood es la meca del cine americano!, pero hay más cines, hay otros países”.

¿Cuáles son sus criterios para seleccionar al elenco y pensar en un posible actor para una película?
Independientemente de que sean famosos o no. A mí eso no me interesa. No me gusta. Y cuando encuentro un director que piensa lo mismo que yo, que estamos en el mismo barco, es fantástico. Es muy estimulante cuando un director prescinde de las imposiciones comerciales. Se ha comprobado constantemente que una película, por más actores famosos que tenga, no quiere decir que vaya a ser un éxito en taquilla. Ese es mi criterio principal. Es un proceso selectivo. Como todo en la vida, es una selección natural.

¿Cuáles son los actores que más le han gustado en sus películas?
Gustavo Sánchez Parra (“Jarocho”, en Amores perros). Es estupendo para el cine. En teatro queda un poco gris, pero en cine destruye la pantalla. Cuando lo vi con esa cara que tiene…, cuando en realidad él es un chico muy buena persona.

¿Qué tanto dista la esencia de una persona de lo que puede llegar a convertirse dentro del personaje?
Hay un actor que decía que “Lo lamentaba, pero para estar cerca de un personaje, tu psique tiene que estar muy cerca de ese personaje”. Y creo que tiene mucha razón. Claro que uno se asusta cuando tiene que interpretar a un asesino, ¿no? Por ejemplo, Norman Bates, en Psicosis. Pero la elección de Alfred Hitchcock con Anthony Perkins fue perfecta. Porque vemos ese rostro tan angelical, tan encantador, tan entrañable, y de repente se convierte en un feroz asesino.

¿Cuál es la película en la que ha quedado más satisfecho con el elenco completo?
Desde luego Amores perros. No te puedo decir que es la única. Cuando fuimos a ver la película a la premier, fue un shock. Estaba impresionado con la película que había filmado Alejandro (González Iñárritu) y ver que había quedado estupenda. Podría mencionar otras. Seguro todas las que he trabajado con Arturo Ripstein.

¿Se podría decir que usted es un asiduo observador del comportamiento humano, una especie de curador?

Me parece estupendo que lo llames “curador” (risas). Pero sí. Creo que para hacer un trabajo bien hecho, un trabajo meticuloso, uno tiene que desarrollar esa capacidad de observación. Pero para cualquier trabajo u oficio.

Si bien se produce cine en Iberoamérica, ¿por qué no termina de cuajar la industria?
Yo creo que el cine latinoamericano está haciendo cosas interesantes. Pero todavía es un cine que está creciendo y que necesita madurar, y evidentemente recibir los correspondientes apoyos económicos. Es un cine todavía joven, que quiere decir muchas cosas, que a veces las dice con demasiado metraje y sin esa capacidad de selección. Entiendo que tengan esa necesidad imperiosa por mostrar a una sociedad en otros ámbitos y contextos, pero hay que ser más precisos.

En el caso de países como Argentina, el cine que se hace es consumido por el público nacional. ¿El cine mexicano tiene que dejar de ser un cine localista, por así decirlo?

Al público siempre le ha gustado el buen cine. Pero aquí estamos demasiado influenciados por un cine comercial norteamericano, ¡matizo!, ¡un cine comercial norteamericano! Porque hay un cine norteamericano estupendo. Si el público mexicano dejara de influenciarse tanto por esta clase de cine y se definiera más, las cosas serían distintas. Los que están apostándole y apoyando al cine, que además lo dicen —estamos apostando por un nuevo cine mexicano—, están pidiendo sólo comedias insulsas, ¿a dónde vamos a parar? Dónde está ese criterio, dónde está ese público maduro. Claro que está. Solamente que necesitas estimularlo con la historia adecuada.

En la charla comentó que sus alumnos se apasionan por escribir guiones. ¿Por qué se empecinan en esto a pesar de saber del poco apoyo?
Porque tienen la buena semilla. Y eso es maravilloso, porque, de todos esos alumnos, quién sabe cuántos de ellos lleguen, ya no solamente a hacer una película, sino llegar al lugar que están deseando. Son chicos que están construyendo un presente que se va a convertir en un futuro.

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