Magneto y los dinosaurios

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    En 2001 Argentina cayó de su nube rosa. La moneda nacional fue devaluada en un 200 por ciento frente al dólar. Las actividades económicas se vinieron abajo. La credibilidad en las instituciones políticas caía, mientras en las calles de Buenos Aires los saqueos eran constantes. El país sudamericano perdió 16 por ciento de su producto interno bruto (PIB) en un año. Los medios de comunicación también sufrieron pérdidas.
    Clarín, el diario argentino con más de medio siglo de existencia, redujo en un 20 por ciento su tiraje diario de 600 mil ejemplares. No obstante, el Grupo Clarín, poseedor de 14 rotativos, tres canales de televisión abierta, tres emisoras de radio en Buenos Aires y otras 25 al interior del país, así como de Multicanal –el mayor operador de televisión por cable en Argentina–, entre un puñado más de productos, facturó mil 838 millones de pesos argentinos en 2003 –unos cinco mil 330 millones de dólares, de acuerdo con el tipo de cambio de entonces.
    La estrategia de la empresa corrió a cargo de Héctor Magnetto (Buenos Aires, 1944), director ejecutivo del Grupo Clarín, quien impartió la conferencia “Los grupos de comunicación nacionales: su rol en la democracia, el desarrollo y la identidad cultural frente al proceso de globalización”, en el marco de la Cátedra latinoamericana Julio Cortázar, organizada por la Universidad de Guadalajara.
    Previo a su conferencia en el paraninfo Enrique Díaz de León, habló con Gaceta Universitaria de este proceso, el periodismo actual, las nuevas tecnologías y las responsabilidades de los medios en las democracias.

    –Dicen que los grandes periodistas son los que manejan los diarios y hacen que se engrandezcan. ¿Cuándo decidió dedicarse a esto?
    –Yo no sé si decidí ser periodista (se recarga en la silla y suelta una carcajada). Siempre me importó la historia, la política y ese tipo de cosas. Es un bicho que me entró en la universidad. Después empecé en Clarín y el bicho se agrandó y nunca pensé en un cambio de actividad. Soy de los enamorados de la actividad. Me gusta mi trabajo y a pesar de que es estresante, con problemas, con presiones y todas esas cosas, todavía le saco mucho placer.

    –Hay algunos como Juan Luis Cebrián (Grupo Prisa, España), que auguran la muerte de la prensa escrita en unos 15 años. Dicen que solo sobrevivirán los grandes diarios, los miembros de un “parque jurásico”. ¿Comparte usted esa visión del futuro?
    –Mi impresión es que los diarios están para quedarse. No veo que en las próximas décadas los diarios se conviertan en dinosaurios. En la catarata de información que hay, siempre será necesario alguien que, de ese millón de cosas que pasan, explique porqué suceden y qué beneficios o riesgos le traen a la gente.
    Las redacciones de los medios gráficos continúan siendo un núcleo de calidad, en muchos casos superior a otros medios. La masa de periodistas que hacen los diarios y la experiencia y el oficio que tienen es considerable.

    –¿Qué diferencias ve usted entre el periodismo latinoamericano, el europeo y el anglosajón?
    –Ehh (se queda pensativo y suspira). Mira, el periodismo argentino siempre se pareció más al anglosajón que al europeo y hay sus razones históricas. Durante el siglo XIX, el modelo seguido en el país buscaba una enorme divulgación de la educación, tener un pueblo educado y avanzado. La prensa escrita fue otra expresión de ello.
    El modelo fue el anglosajón, por ejemplo, en lo privado. La Argentina no tuvo medios del gobierno, en comparación con la prensa europea, que en parte nace después de la Segunda Guerra Mundial con mucha participación estatal.
    –En 2001 Argentina sufre una severa crisis económica. ¿Cómo enfrentó Clarín la situación?
    –Durante la década del 90 algunos sectores de inversión en la Argentina se habían financiado con recursos internacionales. Cuando se rompe el equilibrio macroeconómico en el país, eso trajo consigo la crisis más seria del último siglo, donde una enorme cantidad de la población pasó a ser pobre. Fue una crisis económica, política y social de una envergadura enorme. Se hicieron trizas las instituciones, la credibilidad en la dirigencia política del país fue de un nivel espantoso, la moneda se devaluó en 200 por ciento y el país perdió 16 por ciento de su producto interno bruto en un año.
    En los medios, que viven básicamente de la publicidad, las caídas fueron animales. La ventaja nuestra es que siempre tuvimos un nivel de endeudamiento conservador. Hicimos todos los ajustes que hay que hacer en esas circunstancias: pusimos capital propio en la compañía, refinanciamos los pasivos y nos desprendimos de algunas cosas que habíamos comprado, por ejemplo, vendimos la participación que teníamos en una compañía de celulares.

    –¿Cómo fue la estrategia de los medios durante la crisis?
    –Fue la de permanecer en la democracia, tratar de fortalecerla y defenderla en un momento en que las crisis recurrentes se dan tanto en Argentina como en Latinoamérica. Hemos tenido la desgracia de vivir esa situación y la alegría de haberla vivido respetando esto. Creo que el aporte fue importante para que todo se encauzara y saliéramos de la crisis de la manera más civilizada y más demócrata posible, respetando las instituciones y la constitución.

    –En un contexto de severa pobreza, con esa falta de credibilidad en el sistema, ¿cómo permanece Clarín en la confianza del público? ¿Se habla de él como monopolio mediático?
    –En Buenos Aires hay 12 diarios, cinco canales de televisión, cuatro compañías de cable, unas 60 estaciones de radio. La oferta está. Si a mí me compran más, es porque le estaré dando a la gente una identificación que valora más.
    Nosotros veíamos a dónde iba el mundo, que era la creación de multimedios. Pero tenemos desventajas. Nuestro país es chico en comparación con otros. Uno debe tener un mínimo de tamaño para poder competir. Esta es una actividad en la que no todo depende del tamaño, pero también es mentira que el tamaño no importa.

    –¿Qué consejos da a las nuevas generaciones de periodistas?
    –Honestidad, ética, profesionalidad y educación. El lugar donde mejor se producen los periodistas es en las redacciones. La experiencia mía es que cada camada viene con un estilo, con una manera, y lo que es permanente se transmite de generación en generación.

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