Madres en la prepa

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    Bastó solo una vez, una sola noche, para que quedara embarazada. No pensó en la posibilidad al momento del cachondeo. No tomó anticonceptivos, ni tampoco su chavo usó condón.
    “Me dejé llevar por la calentura. No pensé que me pudiera pasar. Ni siquiera al día siguiente se me ocurrió. Cuando al mes no me bajó, entonces sí me preocupé”, relata una joven de 19 años, con casi nueve meses de embarazo, quien estudia el sexto semestre en la Preparatoria 5, de la Universidad de Guadalajara, y a la cual llamaremos Karina, tal como ella sugiere que la nombren.
    Karina es la tercera hija de una familia compuesta por seis miembros. “Tengo una hermana que es menor que yo y dos hermanos mayores. Los dos tuvieron que casarse por embarazar a su novia. No pudieron terminar una carrera por lo mismo”.
    “Mis padres se decepcionaron mucho de mí. Me repetían y volvían a repetir que si no había aprendido de mis hermanos mayores, de las dificultades económicas por las que pasan, que si no los había visto. En cuanto a ellos, me decían que era todavía muy chica para tener al bebé, que todavía me faltaba mucho por vivir. Sin embargo mi decisión fue tenerlo, aunque, claro, me hubiera gustado esperar un poco. No tengo lo suficiente para ofrecer a mi hijo. No tengo trabajo, ni una casa, ni dinero. Tuve suerte: mis padres terminaron apoyándome.
    “Respecto al sexo, hay toda la información del mundo. La dan en la escuela, en internet, en la televisión… hay en todas partes, pero, pues uno se descuida… la irresponsabilidad, se podría decir”, se lamenta.
    El caso de Karina es uno más que se suma a la lista de madres solteras que cursan el bachillerato en la UdeG. A pesar del esfuerzo de los profesores y de la continua información que se proporciona a los alumnos, el problema persiste y varía en intensidad en cada preparatoria.
    Lo que sucede en la UdeG es solo un reflejo micro de lo que acontece en todo el estado. De acuerdo con el Anuario estadístico de Jalisco 2005, publicado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en 2003, se registraron 111 nacimientos de madres solteras menores de 15 años y tres mil 259 de chicas cuyas edades oscilan entre los 15 y 19 años.

    Un caso, la prepa 3
    “Para mí fue sorprendente llegar a la Preparatoria 3, voltear y encontrarme una, otra y otra chica embarazada o madre de algún bebé. En verdad eso me impacta, porque en el mes que llevo en el puesto, aún no sé por qué se da este fenómeno: si es por desconocimiento de los métodos anticonceptivos, por descuido o por decisión propia, que en la adolescencia lo pongo en tela de juicio”, afirma Vanesa de la Isla Arias, orientadora educativa en esa prepa.
    Hace dos años, en el grupo quinto D, turno matutino, había cuatro muchachas que iban a tener un bebé. Cada semestre, en el turno matutino, entre dos y cuatro muchachas salen embarazadas. La mayor frecuencia en los casos ocurre del cuarto al quinto semestre, afirmó José Guadalupe Zaragosa Jiménez, jefe del Departamento de Ciencias Humanísticas y coordinador de la Escuela de padres.
    En el turno vespertino, de acuerdo con cálculos de Mayra Fabiola Gómez Jiménez, psicóloga que apoya el área de orientación educativa en la Preparatoria 3, hay mínimo una muchacha por salón que es madre soltera, a partir del tercer semestre.
    La Preparatoria 3 es de las más chicas del Sistema de Educación Media Superior de la UdeG. Posee una población de alrededor de mil 800 alumnos. Los padres tienen como actividad principal el comercio informal.
    A pesar de que el profesorado se preocupa porque cada semestre haya cursos y pláticas sobre sexualidad, y los mismos estudiantes difunden información en torno al tema, el problema no desaparece.
    “En encuestas informales que he hecho en los grupos en que me toca dar clases, de 45 estudiantes, por lo menos 15 me contestan que no viven con sus dos papás. Es frecuente también que las chicas tengan alguna hermana que es madre soltera, y quien para ellas, es un modelo a seguir”, añadió José Guadalupe Zaragosa.

    Solo un descuido
    A sus 15 años, Mayra Nayely Reyes González, estudiante de la Preparatoria 3, se convirtió en madre. Asumió de golpe. No sabe explicar por qué no tomó las precauciones para prevenir el embarazo solo se limita a encoger los hombros, sonreír y decir: “No sé, fue un descuido, un rato nomás con mi novio y ya”.
    Ser madre implicó que perdiera un semestre de preparatoria, porque se puso delicada de salud y, durante algún tiempo, no podía subir escaleras ni tomar camiones.
    La madre de Nayely trabaja. Su hermano desempeñó las funciones de padre. Hoy tiene 19 años y hace dos decidió tener una vida en común con su pareja. Eso para ella no ha sido ciento por ciento positivo.
    “Mi vida ha cambiado mucho porque ya no tengo la misma libertad para salir con mis amigas. Primero debo pensar en la niña y luego en mí”.
    Monserrat Calvillo Urrieta, de 17 años, estudiante de la misma escuela, se salió de su casa un año antes de embarazarse. Hoy es madre de un bebé de dos meses. “Todo fue por un descuido. Me tomé la pastilla del día siguiente, pero no me funcionó. Parece que tiene un ingrediente que cuando el óvulo está fecundado, ocasiona que se implante en la matriz en lugar de abortarlo”.
    “Me equivoqué en las cuentas”, fue el argumento de Talía, de 17 años, madre de un niño de ocho meses, estudiante de la Preparatoria 3.
    “Considero que el problema es que no los hemos preparado para el manejo de su sexualidad. Ellos piensan que cuando el cuerpo está capacitado para tener relaciones, con eso basta, pero no es así”, dijo Rosalba Margarita López Ramírez, responsable del Programa institucional de tutoría de la Preparatoria 3, que trata de proporcionar apoyo académico, administrativo y emocional al alumno
    De acuerdo con la académica el hecho de proporcionarles información respecto a cómo prevenir un embarazo y descuidar la sexualidad integral, arroja como resultado menores de edad embarazadas. “Hay que enseñar al alumno que la sexualidad no significa solo relaciones sexuales, que los vacíos de cariño pueden llenarse con la amistad de los compañeros, con llevarse padre con ellos y quererlos”.

    Preguntas fogosas
    “¿El sexo oral es malo o produce enfermedades? ¿Puede embarazarse una chica si el semen nomás moja la pantaleta? ¿Cómo saber si una chava tuvo un orgasmo? ¿Cómo saber si soy gay o bisexual? ¿Cuál es el punto G? Me salieron bolitas en el cuerito ¿cómo sé si no tengo una enfermedad venérea?”, esas son algunas preguntas que los alumnos de tercer semestre dejan de manera anónima en el buzón que tiene Carlos Humberto Cortés Solís, médico y encargado del Centro de Investigación en Servicios y Salud Escolar (CISSE), y maestro de biología en la Preparatoria 5. Su propósito es que los chavos pierdan la timidez para poderlos orientar.
    “Se trata de preguntas de chicos de 16 años, ¿qué podemos esperar a los 17, 18 y 19, que ya preguntan más bien cómo saber si ¿tienen o no sida?”
    Los cuestionamientos denotan una sexualidad activa. Tal vez no física, pero sí mental, porque se nota que están interesados en el tema.
    En la Preparatoria 5, “de acuerdo con mis observaciones, no es una conducta frecuente el embarazo adolescente. Sí se presentan algunos casos, pero no son alarmantes las cifras todavía”, afirmó Bertha Lidia Nuño Gutiérrez, psicóloga y académica de esta preparatoria. La maestra dijo que sabe de casos, menos de 10, en el transcurso de ocho años.
    El que haya pocos indica que el problema está presente, añadió Carlos Humberto Cortés. Para erradicar el problema existen obstáculos.
    “Es imposible pensar que en la Preparatoria 5 puedan repartirse condones a los alumnos que los piden para prevenir enfermedades o embarazos, cuando sería conveniente hacerlo. Esto significaría el escándalo de la vida para los padres de familia. Se preguntarían: ‘¿Cómo es posible que repartan condones?’, como si esto significara una invitación para que tengan relaciones sexuales, cuando muchos ya las tienen”, aseveró el galeno.

    ¿Cuestión de cultura?
    En una encuesta hecha a los alumnos acerca de qué pensaban del matrimonio, se llegó a la conclusión de que lo visualizan como la única forma legal y bien vista de unión. Por lo tanto, el embarazo adolescente significa una conducta escandalosa que hay que rechazar, aseguró Bertha Lidia Nuño Gutiérrez.
    Los muchachos que aquí acuden pertenecen a un estrato social medio. Muchos son hijos de profesionales que tienen altas expectativas en los hijos. “Ellos quieren que estudien, que se preparen y tengan un empleo, por lo que el embarazo no está considerado pues se ve como un obstáculo para el logro de esas metas. Ellos inculcan esos anhelos a nuestros alumnos”.
    “No lo pensé, no estaba planeado. Maestra, ¡no invente!, ¿quién va a traer un condón en la bolsa”, son los argumentos más frecuentes que Nuño Gutiérrez ha escuchado de las jóvenes que tienen relaciones con su novio o en un momento dado se embarazan.
    El uso de los anticonceptivos en las adolescentes no es bien visto, dice la también miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Ellas tienen la concepción de que si los usan, es porque andan de pirujas. Piensan que se debe tener relaciones sexuales solo por amor.
    “A los adultos se les hace ilógico que si las jóvenes tienen novio y actividad sexual no carguen en su bolsa un preservativo, pero no lo van a hacer, porque ¿qué va a pensar el novio? ¿Que así fue con todos? ¿Qué se pensaría de un adolescente que carga consigo un preservativo? Que anda buscando o que es una chica fácil, y juicios por el estilo”.

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