Los pejes

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    Un mirador en forma de faro en el parque de Villahermosa al que hay que subir por sus estrechas escaleras dejando la mitad de un pulmón, permite apreciar la extraordinaria belleza de esta ciudad rodeada de ríos.
    Los tabasqueños toman con indiferencia que les hablen de inundaciones por una simple razón: viven todo el año en el agua.
    Hace algunos años padecieron sin embargo la exageración de la naturaleza cuando los ríos que cruzan Villahermosa se desbordaron y anduvieron de curiosos por calles, avenidas, cocheras y tiendas departamentales.
    De esta región exuberante llena de lagartos, manatíes y changos, son los dos personajes centrales que disputarán en las elecciones de 2006 la presidencia de la república.
    Es decir no es uno, sino dos pejes.
    Las encuestas apuntan a que ambos tabasqueños, Roberto Madrazo y Andrés Manuel López Obrador, serán los principales contendientes en julio de 2006 a menos que Felipe Calderón dé la sorpresa por medio de un debate o algún hecho especial que lo catapulte como ocurrió con el “Jefe Diego”.
    López Obrador es nativo de Macuspana, un municipio bravo que por cierto es gobernado actualmente por su hermano José Ramiro.
    Desde Macuspana López Obrador se convirtió en un aguerrido dirigente obrero que dio la batalla a Petróleos Mexicanos.
    Con motivo del proceso de desafuero que enfrentó, pocos repararon que no era la primera vez que Andrés Manuel López Obrador era sujeto a un proceso penal.
    En 1996, López Obrador encabezó en Tabasco el bloqueo de pozos petroleros luego que PEMEX se negara a atender las demandas de campesinos que reclamaban el pago de daños por la contaminación de sus predios.
    Encabezó un gigantesco mitin con decenas de miles de campesinos y ahí, arropado por los petroleros, decidió que era necesario bloquear los pozos.
    La PGR abrió los respectivos procesos y en ese mismo año libró una orden de aprehensión contra Andrés Manuel López Obrador señalado como el principal instigador de la toma de las instalaciones petroleras.
    El Ejército, elementos de la PGR y la policía estatal, iniciaron el desalojo violento de los campesinos que mantenían los bloqueos y en la reyerta fue herido el propio López Obrador.
    Al mismo tiempo fueron detenidos más de 100 bloqueadores de pozos y el clima de confrontación llegó al máximo.
    Ante el riesgo de una violencia mayor la Secretaría de Gobernación abrió una mesa de diálogo y buscó una solución política al conflicto.
    Fueron retiradas las órdenes de aprehensión, incluida la de Andrés Manuel López Obrador, dejaron libres a los detenidos y PEMEX anunció una revisión a los reclamos de miles de campesinos afectados por la paraestatal.
    López Obrador regresaría después a la actividad pública de manera impactante.
    Compitió contra el mismo Roberto Madrazo por la gubernatura de Tabasco y llevó las protestas por un supuesto fraude y la utilización de recursos públicos para darle el triunfo a Madrazo.
    López Obrador presentó denuncias penales contra Madrazo, mostró documentos sobre los gastos inflados y llevó su protesta a foros internacionales.
    El ahora candidato perredista a la presidencia, inició también una feroz lucha contra el Fobaproa y hasta escribió un libro que incluía un CD con datos sobre los malos manejos de lo que llamó un “gigantesco fraude” contra los mexicanos.
    Hoy López Obrador, tras superar la tormenta del desafuero y luego de un polémico paso por el gobierno del DF, camina tranquilo por el país con las encuestas a su favor, sin juicios políticos y denuncias penales en su contra, para un nuevo enfrentamiento con Madrazo.
    Por su parte, el exdirigente nacional del PRI y exgobernador de Tabasco, Roberto Madrazo Pintado, no es precisamente un tipo débil.
    Hijo del mítico líder priísta Carlos Madrazo, muerto en un accidente de avión en medio de su campaña por la presidencia, Roberto ha emulado a su padre casi en todo.
    Fue un connotado líder de su partido desde sus mocedades, gobernador de Tabasco en el polémico proceso citado y presidente nacional del tricolor.
    Previo a ello, había buscado convertirse en candidato a la presidencia y enfrentó al candidato oficial Francisco Labastida Ochoa.
    Con una campaña frontal, de ataque y con la asesoría del publicista Carlos Alazraki y su famoso lema “quién dice que no se puede”, Madrazo subió como la espuma pero no alcanzó a rebasar a la “cargada” priísta.
    Las cosas ahora son distintas. Hoy la “cargada” le favorece.
    A Roberto Madrazo lo conocí en las elecciones de Tabasco cuando ganó la gubernatura.
    Fue mi amigo Oscar Soltero –que en paz descanse—quien me invitó a estar presente con el que llamó “su líder”.
    Oscar había trabajado con Madrazo en la secretaría particular cuando el tabasqueño tuvo un cargo en el comité nacional del PRI y gracias a él había viajado a varias partes del mundo con algunas becas.
    Estuve con Madrazo directamente en la casa de campaña y fui testigo de cómo operaba algunas cosas en la jornada electoral. Tras su triunfo, tuve la oportunidad de realizarle la primera entrevista.
    Regresé a Tabasco otra vez cuando era gobernador nuevamente invitado por Oscar Soltero quien fue a visitar al “líder”.
    Lo entrevisté una vez más, esta vez en palacio de gobierno.
    Afable, de trato muy cordial, charlamos más de una hora de asuntos de política, del PRI y de sus planes.
    Me sorprendió la forma como Madrazo había transformado Villahermosa sin reparar en gastos. La mayoría exagerados.
    Por ejemplo, la feria tabasqueña que por esos días tenía lugar, se realizaba en un núcleo de 60 hectáreas donde destacaban cinco naves que albergaban las exposiciones.
    Cada una de ellas tenía cinco mil metros cuadrados y completamente refrigeradas.
    No sólo eso, Madrazo mandó instalar una pista de patinaje sobre hielo ¡al aire libre! en una ciudad cuyas temperaturas rebasaban fácilmente los 40 grados.
    La feria de Tabasco contaba con teatro al aire libre, un bungee, bares y cientos de comercios.
    A la entrada de la gigantesca explanada del núcleo, eso sí, los visitantes que pagaban unos cuantos pesos por disfrutar de todos estos espectáculos, tenían que recetarse la frase “quién dice que no se puede” al ritmo de una canción pegajosa y enfadosa.
    En los días que estuve en Villahermosa, me platicaron que Madrazo andaba promoviendo un gigantesco gimnasio para cinco mil personas, prácticamente gratuito y con aire acondicionado.
    Por supuesto que a lo largo de estos años, a Roberto Madrazo lo han acusado de todo. Y tal vez muchas de las cosas que le señalan sean ciertas.
    El problema es que no han sido tan contundentes las pruebas para derribarlo como sí sucedió con Arturo Montiel que no pudo soportar los señalamientos “sospechosistas” del éxito “empresarial” de sus hijos.
    Optó por denunciar un complot y marcharse sin dar explicaciones.
    Y mientras pasa el tiempo y Madrazo sortea a Elba Esther, a Montiel, al Tucom, a Bartlet y a los que se acumulen, no dejo de pensar en lo que me dijo Oscar Soltero el día que ganó Madrazo la dirigencia del PRI: “Ahora a ver quién le quita al “líder” la candidatura a la presidencia”.
    Y remataba a su estilo: “Yo ya estoy escogiendo el pueblo del que le voy a pedir al amigo ser alcalde”.

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