Lo que nos faltaba. Ahora resulta que los propios panistas están en contra de ellos mismos. Todo parece indicar que los hermanos matan a sus hermanos, como ocurrió en la Biblia con Caín y Abel. Así de mal están los pobres, pues ya hasta piden, y no les falta razón, la renuncia del comité estatal en pleno. Y ni así su dirigente se pone las pilas y el cerebro a caminar, pues déspota como siempre ha sido y muy amante del “trabajo”, no quiere dejar el hueso que tanta lana le ha dado. Pobres panistas. Pero el PRI debe estar risa y risa con todo el desmadre que se traen los mochos albiazules. Estaría suave saber qué piensa la iglesia y el cardenal, pues al declararse casi miembro panista, no sabemos qué lucubra, él que tanto opina y se acomodaba en las fiestas de donativos con “Etili”.
La fiesta se les aguó a todos, pues este inusitado triunfo priísta en Guadalajara ha venido a resonar hasta la capital azteca y ya a Calderón se le nota temeroso de que su partido no logre ganancias de votos dentro de tres años.
Todo se ha desquiciado. No solamente el PAN, sino que, según pienso, lo que ocurre con el partido en el poder es lo mismo que acontece en toda la sociedad: hay un desmadre social.
Si bien es cierto que el PRI se comió al PAN a pedazos, ahora el propio PAN se come al PAN. Tan católicos que se decían…
