Los insectos en las pinturas del Prado

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El Museo del Prado, diseñado en estilo neoclásico por Juan de Villanueva en 1785, fue inaugurado en 1819. El edificio estaba proyectado como academia y museo de ciencias y artes, por lo que se construyó en el Prado de San Jerónimo, adyacente al Real Jardín Botánico.
A pesar de estar destinado a las exposiciones de objetos de ciencias y artes, Fernando VII ordenó que se reservara para exhibir los cuadros más valiosos de las colecciones reales. La espléndida colección pictórica de la corona española se consolidó en el siglo XV por Isabel la Católica y a fines del siglo XVII llega a ser la pinacoteca más importante del mundo, numéricamente hablando.
Actualmente reúne en sus muros una de las colecciones más importantes de la escuela flamenca. A mediados del siglo XV en Flandes surgen nuevas tendencias pictóricas que sustituyen el estilo gótico. En esos cuadros se incluían paisajes en la lejanía a través de ventanas; las formas y proporciones eran irreales y fantásticas porque los pintores flamencos representan la realidad del universo a través simbolismos, por ello, en la colección de pintura flamenca se encuentran obras en las que los insectos son protagonistas.
Cabe recordar que los países bajos desde el siglo XVI hasta 1581, formaron parte de la colonia española. Originales de El Bosco (1450-1516) son El Jardín de las delicias y El carro de heno. En el primero de los cuadros ­­–que en realidad es un tríptico con escenas de animales, plantas y elementos, fruto de la fantasía y la originalidad del pintor­– los insectos están representados como partes de mariposas, ya una de las composiciones está formada por un animal fantástico erguido, con cabeza de pájaro, piernas tridáctilas fuertes, una cola delgada y rígida que llega hasta el suelo y unas espléndidas alas de mariposa de las que posiblemente corresponden al género Lasiommata.
El Carro de Heno, también un tríptico cuyo nombre alude al carro de heno del panel central, es conducido por un diablo azulado que dirige al género humano hacia la destrucción. En los otros dos paneles se representan seres fantásticos, algunos con alas de insectos que recuerdan los élitros de algunos escarabajos, no clasificados debido a las formas elegidas por el artista que los creó.
Otro representante de la escuela flamenca es Brueghel “el viejo” (1525-1569), quien refleja de manera extraordinaria las costumbres de la sociedad en que vivió y que tiene un cuadro con insectos, El triunfo de la muerte, donde entre cadáveres, esqueletos y representaciones de la muerte, se aprecia la presencia de un ser fantástico con aspecto de insecto, una especie de reptil con las alas de un odonato, de los vulgarmente conocidos como “caballitos del diablo”. Estos insectos están ligados a creencias y leyendas esotéricas.

Los flamencos del siglo XVI y sus retratos
Es un conjunto de pinturas originales del grupo de retratistas de los paisajes bajos, entre los que se encuentra el de Antonio Moro (1519-1576), quien fue pintor de cámara de Carlos V y de Felipe II, y llegó a vivir un tiempo en Madrid; se le considera el creador del estilo del retrato que continuaron Sánchez Coello, Pantoja de la Cruz y Velázquez. En el Prado está uno de sus retratos de Catalina de Austria, quien en su blanco pañuelo tiene pintada una mosca, que contrasta notablemente con la gran suntuosidad y riqueza del vestuario.
Hay además insectos en la colección del género “naturaleza muerta” de los siglos XVI y XVII en los floreros, frutas, etcétera. Se encuentran saltamontes, mariposas, la mariquita común y otras clases de insectos que los especialistas identifican con sus nombres en latín.
Este tema es solamente uno de los 13 capítulos que integran el enriquecedor libro Entomología cultural: una visión Iberoamericana de José Luis Navarrete Heredia, Georgina A. Quiroz Rocha y Hugo E. Fierros López, que contiene los cuadros y dibujos necesarios para mostrar la presencia de los insectos y su simbolismo en la vida cotidiana.

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