Los hechos y la violencia

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    Los funestos acontecimientos en que asesinaron a un mando policíaco y sus escoltas en el municipio de Tlaquepaque, la semana pasada, son por demás deplorables, no sólo por los hechos de sangre, sino sobre todo porque evidencian una vez más que en la ZMG y Jalisco vivimos en la total indefensión, pese a los discursos de calma chicha que las autoridades estatales y municipales quieren piadosamente inculcarnos para que no perdamos el sueño y podamos seguir trabajando a lomo partido y pagando impuestos religiosamente; es decir, para que las vacas no se les alebresten en el corral, y los patrones sigan ganando.
    Este escenario de simulación e hipocresía que pretende ampararnos de malos pensamientos, lo único que consigue al final es deteriorar más el ambiente de la endeble percepción de seguridad de los ciudadanos.
    La incredulidad en la que nadan de a muertito los gobernantes se ha vuelto una total muestra de descrédito e ineptitud, con su permanente negación de que el problema de violencia en la entidad los tiene rebasados, y de que la población ha sido arrastrada en su ridículo optimismo.

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