Las nevadas y frentes fríos que han caído y/o sentido en la mayor parte del territorio nacional, lograron que muchos sacaran los abrigos; sin embargo, no toda la población los tiene, pues una gran mayoría vive en pobreza extrema. Son, entonces, los más pobres quienes son las posibles víctimas que sufren y sufrirán, en tanto vuelve el clima cálido, las enfermedades que son naturales en este caso. Sin duda se deben tomar las medidas necesarias para que esta calamidad no logre que las personas sin recursos enfermen y, mucho menos, mueran bajo el rigor del clima invernal.
Todos esperamos que los gobiernos de las diferentes entidades, tanto municipales, estatales y federal, ya tengan la estrategia necesaria para solventar la ayuda a la gente pobre, pues de lo contrario, debido a las heladas, muchos —una gran cantidad de personas— podrían caer en los malestares bronco respiratorios. No se habían dado, debemos recordar, por tantos días los frentes fríos, las tormentas invernales y, es claro, las nevadas que han hecho temblar hasta aquellos que sí tienen algún suéter que ponerse.
Es verdad, entonces, que todos estamos expuestos. Es una realidad que no hay de otra que tener precauciones. Los niños y los ancianos son, lo sabemos, quienes están más expuestos. Pero todos hemos tenido frío. Todos estamos ante el inclemente clima, pero no todos, lo vuelvo a decir, tienen con qué cubrirse. Si siguen las heladas, podríamos todos ayudarnos unos a otros: si tenemos a alguien cercano que no tenga un abrigo y a nosotros nos sobra uno, bien podríamos obsequiárselo para que pase un mejor momento de manera calidad y tratando de evitar enfermedades. Ojalá así sea.
