Los baches del cine mexicano

    566

    La crisis de la industria cinematográfica mexicana se ha agudizado en los últimos años por la escasez de recursos económicos, pero sobre todo por la falta de respaldo del gobierno federal y la carencia de políticas fiscales acordes a la realidad de esta industria en el país.
    A pesar de que en 2004 el Congreso de la Unión autorizó la deducción fiscal de hasta tres por ciento del impuesto sobre la renta a cualquier persona o empresa que desee invertir en la industria cinematográfica y dotó con 150 millones de pesos al Imcine para el fomento a la producción, el número de filmes producidos aún es reducido.
    El especialista en la materia, Hugo Michel Uribe consideró que no existen incentivos fiscales que propicien un mayor crecimiento de la industria. En España, Francia, Gran Bretaña e incluso Brasil, sus gobiernos apoyan para que los impuestos que los involucrados en la industria cinematográfica pagan, sean reinvertidos en la producción de nuevos filmes.
    “Este esquema podría ser establecido en México, sobre todo porque aquí la política fiscal hacia la cinematografía es muy agresiva”, consideró Michel Uribe, quien realizó una investigación sobre el tema.
    Explicó que para hacer una película hay que comprar materiales que deben cubrir un impuesto, y los productores tienen que pagarlo aún cuando no hayan tenido ingresos inmediatos generados por su producción.
    “No hay un flujo constante de recursos por la compra y venta, como sucede en cualquier empresa. En el cine se hace la inversión, contratan guionistas, compran material y no obtienen ningún ingreso sino hasta meses o años después, cuando la película es exhibida o comprada”.
    En tal sentido hay propuestas de que el pago de impuestos (el IVA) sea cubierto hasta que haya ingresos por concepto de venta, “y no antes, porque lo contrario seguirá afectando la producción de nuevas cintas”.

    Prefieren el cine estadunidense
    Los largometrajes nacionales no son tan favorecidos en taquilla, en comparación con los estadunidenses, pues el año pasado la película más vista fue Shrek 2, que recaudó 316 millones de pesos en todo el país, seguida de El hombre araña, El día después de mañana, La pasión de Cristo y Troya.
    De las 17 películas mexicanas estrenadas en el año, Un día sin mexicanos fue la más taquillera. Le siguieron Matando cabos, Zapata, Siete mujeres, un homosexual y Carlos, y Las lloronas.
    Esta crisis tiene múltiples explicaciones. Una de las más importantes es que el productor de una película mexicana recibe poco dinero como ganancia a su trabajo, pues el exhibidor se queda con la mayor parte, aseguró el investigador de la UdeG, Hugo Michel Uribe.
    Lo anterior va en detrimento de los productores, pues las ganancias están concentradas en los propietarios de las salas cinematográficas.
    El porcentaje de ganancias es negociado con la casa distribuidora y decrece conforme la película pasa más tiempo en cartelera, hasta llegar a un máximo de 10 por ciento para la distribuidora y 90 por ciento para el exhibidor, aseguró el gerente ejecutivo de MMCinemas, Javier González.
    Asegura que el dinero que los complejos cinematográficos reciben por el boletaje vendido para largometrajes mexicanos representa entre ocho y 10 por ciento del total de sus ganancias mensuales.
    El gerente de Cinemex, Gustavo Lemus, señaló que la negociación que este corporativo hace con las distribuidoras, depende de la calidad de la película, sea nacional o extranjera.

    Atraer inversión extranjera
    México se ha convertido en uno de los países preferidos por las grandes productoras hollywoodenses para la filmación de películas. Esta es una ventaja que podría beneficiar al cine nacional, consideró Michel Uribe, quien participó en una mesa de discusión sobre el tema, organizada por la Secretaría de Gobernación en 2004.
    Una de las características del sector cinematográfíco mexicano es que hay excedente de mano de obra, pero poco trabajo. Esto representa un atractivo para las compañías extranjeras, cuya derrama económica puede ser reinvertida en las producciones mexicanas.
    Explicó que es conveniente revisar la legislación y modificar ciertas prácticas burocráticas, pues resulta común que el equipo para realizar una cinta (que suele ser pesado y en grandes cantidades) es detenido en la aduana, pues aunque solo permanecerá un tiempo en el país, no lo liberan cuando lo requieren para iniciar las grabaciones o las autoridades mexicanas les cobran gravámenes como si se tratara de comercio exterior.
    “Por su riqueza geográfica, el país es un buen lugar para atraer producciones extranjeras, por lo que habría que pensar en una instrumentación más formal para permitir un mayor desarrollo de este sector”.
    Guadalajara, por ejemplo, podría ser considerada para establecer una productora cinematográfica con estudios, laboratorios de posproducción y los servicios paralelos. De esta forma crearía empleos.
    El académico universitario subrayó que para salir del bache en el que está sumergida la industria cinematográfica en México, es necesario “atacar el problema desde diversos frentes, pues no hay una varita mágica para resolverlo”.
    Propuso fortalecer el programa de peso en taquilla y darle naturaleza no fiscal, plantear el esquema de estímulos del impuesto sobre la renta, como sucede en Brasil, así como robustecer los fideicomisos y las coproducciones.

    Artículo anteriorBoris Goldenblank
    Artículo siguienteSobre los transvales