Lo que escriben las mujeres

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    Aunque no haya una completa prioridad de los hombres en la literatura, entendida desde diferentes campos narrativos y no sólo los estéticos, finalmente al tratar de definir esta cualidad de “supuesta neutralidad”, casi invariablemente se asocia con lo masculino. Así lo afirma la coordinadora del Centro de Estudios de Género de la UdeG, Cándida Elizabeth Vivero Marín, y ello es lo que la crítica feminista denuncia, ya que al hablar de una literatura neutral se encasilla inconscientemente en lo androcéntrico, pero no está explícito, sino implícito en la cultura, destaca la académica al hacer un recuento de lo que se analizó en el “I Congreso Internacional de Escritura, Identidad y Equidad”, realizado la semana pasada en las instalaciones del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.
    Vivero Marín refirió que la intención de ese congreso fue discernir sobre la equidad de género en los textos, puesto que la escritura debe ser vista como la conexión entre la sociedad, que contempla no sólo la literatura, sino algo más abarcador, y aún cuando la mayoría de los estudios de este evento se centraron en lo que escriben las propias mujeres, y si se daba o no la igualdad en ellos, también se propuso investigación del rol de la figura femenina en manifestaciones culturales como el corrido, el cine, el teatro o el discurso legislativo, y ello a partir de un análisis multidisciplinario en el que a pesar de que la literatura estuvo a la cabeza, también se abordó el asunto desde la antropología, la filosofía, la historia y la sociología; tanto en el siglo XIX como en el XX.
    La académica señaló que de acuerdo a los estudios que han realizado al respecto enfocados sobre todo en México, Centroamérica y Sudamérica, existen coincidencias que evidencian que ha habido una evolución de los textos escritos por mujeres, a partir de los años cincuenta y sesenta, pues al principio había todo un aparato de denuncia y reivindicación; de lucha por la equidad y la emancipación, y que esas similitudes dieron paso a que ahora las más jóvenes ya no vean la necesidad tan fuerte de sus demandas porque sienten ganados algunos derechos, y así, el sentido de protesta ya no está tan presente como en sus antecesoras. Sin embargo, reconoce que aunque las demandas en el ámbito literario han disminuido, a la vez en el terreno social y en la legislación aumentó, y se ha dado una creciente lucha, mientras que en su narrativa las mujeres discurren sobre cualquier asunto humano en general.
    Pero por otra parte, también añade que en los escritores más jóvenes, sin distingo de sexo, la violencia se ha venido reflejando de una manera casi sistemática debido al contexto social local e internacional, por lo que temas como los la de tortura y las desapariciones se hacen presentes en su enunciado como algo sintomático, pero ya no únicamente hacia las mujeres, sino también hacia los hombres, dado que no importan desde esa perspectiva sólo los derechos o la justicia para con las mujeres, ya que es una violencia que afecta a ambos géneros.
    En cuanto al aspecto de publicación de textos, Vivero Marín apunta que de acuerdo a referencias de autores especializados en el tema, de un universo de cien por ciento de escritos realizados a nivel global, un veinticinco por ciento pertenece a las mujeres, aunque añade que también hay un nicho de mercado editorial en el que las escritoras tienen preferencia sobre los varones, siempre y cuando se adecúen a la temática femenina, pero acepta que en términos usuales, las condiciones para publicar se dan sobre parámetros y valores puramente estéticos, en donde aún así no deja de estar presente la idea de la mujer como una autora “bizca”, que con su doble visión por un lado atiende a esos cánones literarios pero sin poder apartarse de su realidad y vivencia femenina, por la que incluso algunas deben relegar la escritura.
    La pregunta obligada para hacerle a la académica de la UdeG, es si no existe algo de paranoia en los estudios de género por encontrar ataques o preferencias masculinas en toda enunciación, y ella admite que a pesar de que es verdad que no todo el discurso está en contra de la mujer, asegura que sí hay mucho, pues cree que se naturaliza éste y se ve como algo que no perjudica o discrimina, pero que ante el análisis sí lo hace, y el problema —continua Vivero Marín— es que se asuma como natural lo machista o androcéntrico, y afirma que aunque en muchos campos como el de las instituciones estatales se evidencie la falta de sensibilidad a las cuestiones de género, quienes en mayor medida han contribuido a ello son los medios comunicación masiva, pues son los principales divulgadores y difusores de tal visión, que mantienen la idea de subordinación femenina, y no contribuyen a su emancipación, añadió la catedrática.

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