Lo que en realidad arde

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    Ya es de conocimiento común la situación del bosque la Primavera, cuyas llamas no descansan. Aquello que se ignora es todo lo demás que arde a causa del incansable fuego alrededor de la metrópoli.
    Además de destruir hectáreas de bosque, la producción de humo es extremadamente alta. El humo constituido por pequeñas partículas sólidas es extremadamente peligroso para todos los habitantes de Guadalajara. Este humo es el responsable de la irritación de los ojos, de numerosos ataques de tos o en casos desfavorables, de asma con riesgosas complicaciones. Al penetrar por vía nasal lesiona las vías respiratorias altas, afección que se representa con frecuentes sangrados de la nariz. Al aspirar el humo por la boca, puede provocar efectos adversos, entre éstos la pérdida del sentido del gusto o su disminución, ambas en forma temporal.
    La situación es aún más alarmante cuando los registros reportan un valor de 200 puntos en la escala Imeca (índice metropolitano de la calidad del aire). El valor ideal es menor a 50; 200 se considera extremadamente malo.
    Con la quemazón no sólo arden árboles y ecosistemas: arden también nuestras posibilidades de tener buena salud.

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